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Las dos venidas de Cristo

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Esta semana comenzamos el tiempo de Adviento definido como tiempo de preparación y espera. El primer Domingo de Adviento se nos dice ““Velen y estén preparados” y las palabras de Jesus enfatizan que debemos “levantar la cabeza, porque está por llegarnos la liberación” Lucas 21:28.

Levantar la cabeza o mantener la cabeza en alto es sinónimo de estar atentos y estar preparados. No olvidemos que como cristianos somos soldados de Cristo y siempre debemos estar listo para la batalla contra el pecado. Es de esta batalla que nuestro Señor se refirió cuando decía que está por llegarnos la liberación. Esta liberación es la del pecado. Si somos dignos y resucitamos al final de los tiempos con Cristo veremos los beneficios eternos de esta gran liberación.

Los Padres de la Iglesia y la Iglesia misma por más de dos mil años siempre han subrayado el sentido de este tiempo litúrgico de preparación para la Navidad. Nos enseñan o recuerdan que nos hallamos en un tiempo intermedio entre la primera venida de Cristo y la futura o segunda venida, al final de los tiempos.

De las catequesis de Jerusalén (Catequesis 15,1-3: PG 33, 870-874) “De ambas venidas habla el profeta Malaquías: De pronto entrará en el santuario el Señor a quien vosotros buscáis. He ahí la primera venida.

Respecto a la otra, dice así: El mensajero de la alianza que vosotros deseáis: miradlo entrar -dice el Señor de los ejércitos-. ¿Quién podrá resistir el día de su venida? ¿quién quedará en pie cuando aparezca? Será un fuego de fundidor, una lejía de lavandero: se sentará como un fundidor que refina la plata.

Escribiendo a Tito, también Pablo habla de esas dos venidas, en estos términos: Ha aparecido la gracia de Dios que trae la salvación para todos los hombres; enseñándonos a renunciar a la impiedad y a los deseos mundanos, y a llevar ya desde ahora una vida sobria, honrada y religiosa, aguardando la dicha que esperamos: la aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro, Jesucristo. Ahí expresa su primera venida, dando gracias por ella; pero también la segunda, la que esperamos.

Por esa razón, en nuestra profesión de fe, tal como la hemos recibido por tradición, decimos que creemos en aquel que subió al cielo, y está sentado a la derecha del Padre; y de nuevo vendrá con gloria para juzgar a vivos y muertos, y su reino no tendrá fin. Vendrá, pues, desde los cielos, nuestro Señor Jesucristo. Vendrá ciertamente hacia el fin de este mundo, en el último día, con gloria. Se realizará entonces la consumación de este mundo, y este mundo, que fue creado al principio, será otra vez renovado”.

En Cristo; Luis Roman

Santa Maria Ora pro nobis

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