≡ Menu

San Juan el Evangelista y la Santa Eucaristía

Suscribete
Suscribete
Siguenos
Twitter
Visit Us
Follow Me
RSS

San Juan según la Santa Tradición, es el último en escribir su Evangelio. Fue escrito alrededor del año 90 y hay que mencionar que ya en aquella época comenzaron algunas herejías sobre la Persona de Jesús. En su sexto capítulo, San Juan trata específicamente la verdad de la presencia real de Jesus en la Santísima Eucaristía, precaviendo de esta manera a la Iglesia contra los futuros desvíos de los herejes. San Juan es el único de los Evangelistas que no relata la ultima cena o la institución de la Santísima Eucaristía, pero lo que si el deja muy claro en su evangelio es que la Eucaristía fue una promesa de Cristo y que si no comemos de su cuerpo y bebemos de su sangre no tendremos vida eterna.

No es coincidencia que el Capítulo 6 del evangelio de Juan comienza con la narración de la multiplicación de los panes y los peces y como nuestro Señor se preocupa por darnos el alimento de cada día. También se puede observar como utiliza a los apóstoles y los recursos que se consiguieron del gentío (el muchacho con los 5 panes y 2 peces); que según San Juan eran unos cinco mil hombres. Con esta introducción Juan nos enseña como el Señor siempre nos proveerá el alimento o el pan de cada día. Luego Juan nos muestra en el mismo capítulo a Jesus caminando sobre las aguas que no estaban tranquilas, sino que formaban grandes olas porque había una tormenta. El evangelio nos muestra al único que puede controlar los elementos y nos revela que nuestro Señor es el dueño de las leyes físicas y de la naturaleza. El agua no tiene la composición para soportar el peso de un hombre y aunque se ve liquida nuestro Señor caminaba sobre ella como si fuera una superficie sólida. Muy parecido a lo que El realiza en cada Misa con el pan y vino; que no dejan de verse como son, pero dejan de ser para convertirse en algo completamente diferente. Luego en los siguientes versículos comienza la catequesis por parte de nuestro Salvador al decirles a los que lo seguían buscando más panes y peces; “Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre. “Juan 6:26-27

Es muy interesante ver como la multitud comienzan a pedir una señal al Señor para así creer que Él les dará alimento como el maná que comieron sus antepasados. Jesus les dice “«En verdad les digo: “No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios da es Aquel que baja del cielo y que da vida al mundo.» Ellos dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed. Sin embargo, como ya les dije, ustedes se niegan a creer aun después de haber visto. Juan 6: 32-36. ¿Cuántos de nosotros todavía pedimos o quisiéramos ver una señal para así creer en la Eucaristía?

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.» Los judíos discutían entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer carne?» Jesús les dijo: «En verdad les digo que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo. Pero no como el de vuestros antepasados, que comieron y después murieron. El que coma este pan vivirá para siempre. Así habló Jesús en Cafarnaúm enseñando en la sinagoga. Al escucharlo, cierto número de discípulos de Jesús dijeron: «¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién querrá escucharlo?» Jesús se dio cuenta de que sus discípulos criticaban su discurso y les dijo: «¿Les desconcierta lo que he dicho? ¿Qué será, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir al lugar donde estaba antes? El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu, y son vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. Y agregó: «Como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle. Jesús preguntó a los Doce: «¿Quieren marcharse también ustedes?» Juan:6: 51-67

Hoy Jesus nos hace la misma pregunta. Son miles los católicos que abandonan la Iglesia y se hacen miembro de alguna secta u otra denominación cristiana. ¿Acaso es muy fuerte este lenguaje para ti? Esta enseñanza del Señor nos pide que por fe creamos en sus palabras. Jesus no hubiese reaccionado de la manera en que lo hizo si hubiese estado hablando literalmente. Jesus tuvo la oportunidad cuando fue cuestionado de decir que hablaba metafóricamente o simbólicamente pero no lo hizo. Porque realmente Él es el alimento bajado del cielo. Por supuesto el medio por el cual Él se nos va dar como alimento es a través del pan y el vino, pero en realidad es su cuerpo y su sangre. En el relato de la ultima cena (Mateo 26:26-27; Marcos 14:22,24; Lucas 22:19-20) nuestro Señor afirma con claridad este es mi cuerpo…esta es mi sangre. Hagan esto por mí. La Santa Iglesia Católica siempre ha enseñado lo que los apóstoles también enseñaron; que la Eucaristía no es un símbolo, tampoco es que Jesus está escondido en las especias, sino que las especies dejan de ser pan y vino y se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo.

Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» Jesús les dijo: «¿No los elegí yo a ustedes, a los Doce? Y sin embargo uno de ustedes es un diablo.» Jesús se refería a Judas Iscariote, hijo de Simón, pues era uno de los Doce y lo iba a traicionar.” Juan 6:68-71

Nosotros hemos sido elegidos por nuestro Señor. Que ojalá, así como San Pedro podamos decir ¿Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y que como seguidores de El podamos seguir sus mandatos para que no lo traicionemos con nuestras acciones y que siempre creamos en la presencia real de nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía. Recuerda que no podemos recibir la Eucaristía indignamente (1 Corintios 11:26-30).

¡Santa Maria Ora Pro Nobis!

 

Recursos:

Biblia de Jerusalén (en línea)  https://www.bibliacatolica.com.br/en/la-biblia-de-jerusalen/juan/6/

Te puede interesar: