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¿Puede ser amado Dios totalmente?

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Las Sagradas escrituras nos insisten en que debemos amar a Dios. En Marcos 12:30 se nos dice; “y amaras al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con toda tu mente y con todas tus fuerzas. Este es el principal mandamiento”. Mateo 22:37-39 nos pide lo mismo. Ambos Mateo y Marcos, hacen eco de Deuteronomio 6:5; “Amarás al SEÑOR tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma y con toda tu fuerza”.

Así que no hay dudas y las Sagradas Escrituras son muy claras y especifica, de que tenemos que Amar a Dios con todas nuestras fuerzas. ¿Pero con nuestra humanidad pecaminosa; podremos dar a Dios el amor que se merece? Además, Dios es perfecto, omnipresente, poderoso e infinito. ¿Puede ser amado Dios totalmente?

Santo Tomas De Aquino nos responde lo siguiente sobre esta pregunta:

Dado que el amor se nos ofrece como un medio entre quien ama y la persona amada, la pregunta sobre si puede ser amado Dios totalmente puede entenderse de tres maneras.

  • La primera: que el modo de la totalidad se refiera al objeto amado. En este sentido Dios debe ser amado totalmente, porque el hombre debe amar cuanto hay en El.
  • Segunda: la totalidad concierne al sujeto que ama. En este sentido Dios también debe ser amado totalmente, porque el hombre está obligado a amar a Dios con todo su poder y a ordenar cuanto tiene al amor de Dios, como prescribe el Deuteronomio (6,5): Amarás al Señor tu Dios con todo el corazón. 
  • Finalmente, se puede entender en el sentido de una proporción entre el sujeto y el objeto, es decir, que la medida de quien ama esté adecuada a la medida de lo que ama. Esto no se puede dar. Una cosa puede ser amada en la medida en que es buena. Pues bien, Dios, cuya bondad es infinita, es infinitamente digno de ser amado, y ninguna criatura puede amar a Dios de manera infinita, dado que toda su capacidad, sea natural sea infusa, es finita.

Respuesta de Santo Tomas de Aquino extraído de la Suma teológica – Parte II-IIae – Cuestión 27

En Cristo; Luis Roman

Santa Maria ora pro nobis