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¿María dio a luz sin dolor? (Parto sin dolor)

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La Iglesia católica enseña sobre la Santísima Virgen, que ella es la Kejaritomene, la Llena de Gracia, tan llena que no queda en ella espacio para el pecado.

María no cometió pecado, ni experimentó tendencia alguna a pecar (carecía de esa tendencia interna, el mal que llamamos “pecado original”/ Dogma de la Inmaculada Concepción)

El Dogma la Virginidad Perpetua de Maria, nos enseña que María fue siempre virgen: antes, durante y después del parto. Los protestantes (que no sean liberales) creen en la concepción virginal de Jesús, como asi tambien lo creen todos los otros cristianos; pero no creen, en el parto virginal (ellos creen que fue un parto normal) y mucho menos piensan que María fuera virgen después del parto (creen que mantuvo relaciones sexuales con José). Las palabras del profeta Isaias, dicen que una virgen concebira y dará a luz. Esto quiere decir Virgen despues de haber dado a luz.

 “Mirad, una virgen concebirá y dará a luz un hijo, y su nombre será Emmanuel [Dios con Nosotros]” Esto significa que la virgen concibe, y la virgen da a luz, los cristianos siempre entendieron que daba a luz sin dejar de ser virgen, “manteniendo su virginidad física intacta durante el parto”.


Isaías 7,14 

“La profundización de la fe en la maternidad virginal ha llevado a la Iglesia a confesar la virginidad real y perpetua de María incluso en el parto del Hijo de Dios hecho hombre. En efecto, el Nacimiento de Cristo, lejos de disminuir consagró la integridad virginal de su madre [Vaticano II, Lumen gentium, 57]. La liturgia de la Iglesia celebra a María como Aeiparthenon, la “siempre virgen” [Lumen gentium, 52]”


Catecismo, Iglesia Catolica numeral 499

 Si con el nacimiento de Jesús se hubiera corrompido la integridad de la madre, no habría nacido de una virgen y, por tanto, toda la Iglesia profesaría falsamente que había nacido de una Virgen”.


San Agustín

Por lo tanto, la enseñanza católica es que María dio a luz a su Hijo primogénito, sin la pérdida de su integridad corporal. Además su parto fue sin dolor alguno y no le afectó lo anunciado a Eva: “parirás a tus hijos con dolor” (Génesis 3,16).

Así mismo, el Catecismo del Papa San Pío X habla de que el alumbramiento del Señor fue semejante a “como un rayo de sol atraviesa el cristal sin romperlo ni mancharlo “. También otros antiguos padres de la Iglesia compararon el parto virginal milagroso, con la luz que atraviesa el cristal sin romperlo.

Aunque a algunas personas le suena a poesía, pero quizá sea una expresión mucho más acertada de lo que se ha pensado. La luz, sabemos hoy, no son sólo ondas de energía, sino también corpúsculos, algún tipo de materia. Materia que atraviesa otra materia sin romperla. También el Jesús Resucitado, entra y sale de lugares cerrados de formas misteriosas. El Niño Jesús (con placenta y todo, debemos suponer) estaba dentro, y luego estaba fuera.

Sin embargo, el Dogma de la Virginidad Perpetua, no pide creer que el Niño saliera limpio y reluciente. El dogma no dice, que María no tuviera muchas o incluso todas las molestias pre-parto que cualquier mujer experimenta. No nos debe de extrañar que ciertos aspectos físicos ligados al post-parto fueran milagrosos; ya que sería como las muchas otras curaciones milagrosas que presentan los Evangelios.

Debo de enfatizar que la Virginidad Perpetua de la Santísima Virgen está documentada de una manera implicita en las Escrituras (Biblia), los primeros santos y cristianos la creyeron (tenemos sus escritos) y la Iglesia lo ha declarado Dogma. Además, tiene todo el sentido y era lo más convenientes para que no contradijera lo revelado por Dios.

Definitivamente, María tuvo al niño Jesus sin dolor. Los dolores sufridos por nuestras Madre en el calvario, fueron para acompañar a su hijo en el plan de redención para la humanidad y estos eran necesario, para así poder darnos el ejemplo a nosotros de como debemos seguir a Jesus. Estos dolores no fueron consecuencia de su pecado, sino de la participación de la Madre en el Hijo. Nosotros también estamos llamados a sufrir en Cristo, el calvario de la Cruz que nos redime.

Como Cristo muriendo destruyó nuestra muerte (cf. 2 Tim 1,10), así con su sufrimiento nos libró a nosotros de los dolores; y por este motivo quiso morir con dolor. Pero el dolor de la madre en su alumbramiento no pertenecía a Cristo, que venía a satisfacer por nuestros pecados. Y por eso no fue necesario que su madre le diera a luz con dolor”.

Santo Tomas De Aquino

En Cristo, Luis Roman

Santa Maria Ora pro nobis

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