Dios Todopoderoso y Eterno, Rey de Reyes y Señor de Señores: afectuosamente dirige tu mirada hacia nosotros que te invocan con confianza.
Bendícenos, a nosotros, ciudadanos de los Estados Unidos de América; concede paz y prosperidad a nuestra nación; ilumina a los que nos gobiernan para que puedan comprometerse con el bien común, en respeto a tu santa ley.
Protege a aquellos que, defendiendo los principios inviolables de la Ley Natural y Tus Mandamientos, deben enfrentar los repetidos asaltos del Enemigo de la humanidad.
Mantén en el corazón de tus hijos el coraje por la verdad, el amor por la virtud y la perseverancia en medio de las pruebas.
Haz crecer a nuestras familias en el ejemplo que Nuestro Señor nos ha dado, junto con Su Santísima Madre y San José en la casa de Nazaret; provee a nuestros padres y madres el regalo de la Fortaleza, para educar sabiamente a sus hijos, con los cuales tú los has bendecido.
Da valor a aquellos que, en el combate espiritual, luchan la gran batalla como soldados de Cristo, contra las furiosas fuerzas de los hijos de la oscuridad.
Mantén a cada uno de nosotros, oh, Señor, en tu Sagrado Corazón, y sobre todo Aquel a quien Tu Providencia ha puesto al frente de nuestra Nación.
Bendice al presidente de los Estados Unidos de América para que, consciente de su responsabilidad y sus deberes, sea un caballero (soldado) de la justicia, un defensor de los oprimidos, un firme baluarte contra tus enemigos y un orgulloso defensor de los hijos de la luz.
Coloca a los Estados Unidos de América y al mundo entero bajo el manto de Nuestra Señora de las Victorias, nuestra Reina, nunca derrotada en la batalla, la Inmaculada Concepción. Es gracias a ella, y a través de tu Misericordia, que un himno de alabanza se eleva a ti; oh, Señor, por parte de sus hijos que has redimido con la Preciosísima Sangre de Nuestro Señor Jesucristo. Amén.
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