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¿Porque tengo que confesarme?

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La misericordia de Dios es infinita y perdona todos los pecados sin importar nuestro pasado. La única condición, es un corazón arrepentido. La razón de nuestro arrepentimiento no deber ser el miedo a un Dios todo poderoso; aunque las realidades de la eternidad sean verdad y la existencia del infierno sea mencionada por el Señor múltiples veces; esto no debe ser el motivador para nosotros querer reconciliarnos con Dios.

Las escrituras nos muestran un Dios que siempre ha estado buscando la reconciliación con su creación. Desde Génesis 3:15, cuando la serpiente fue sentenciada por Dios, vemos que el Señor aplastará la cabeza de la bestia y que habrá enemistad entre la mujer y su descendencia. Ya en Génesis, desde el principio, nuestro Dios nos confirma la venida de un salvador para acabar con la muerte y el pecado. Nuestro Dios es como el padre en la parábola del hijo prodigo. Él es un padre que tiene conocimiento y siente todo el daño que le hemos hecho a Él, a nosotros mismo y corre hacia el encuentro con nosotros.

Debemos querer reconciliarnos, porque reconocemos que Dios es un Dios de amor. Teniendo esto en cuenta, deberíamos sentir dolor, pena y vergüenza, si no estamos en armonía con El y debido a esto, es que tenemos la urgencia de arreglar nuestra situación o circunstancias los más pronto posible.

Nadie sabe el tiempo y la hora y es por esto, que no debes de dejar para mañana lo que puedes hacer hoy. Esta es la actitud que debemos de tener cuando vamos al confesionario. Por supuesto que es normal sentir temor, pero debe ser el temor o respeto de Dios por no estar bien con EL. El sacramento de la reconciliación o la confesión, es el que nos prepara y nos dispone para poder recibir a Cristo Eucaristía. Recuerda que no debes de comulgar si estas en pecado mortal.

Solo Dios perdona el pecado

La Iglesia Católica siempre afirmado esta verdad. El Catecismo dice lo siguiente:

CIC: 1441 dice: Sólo Dios perdona los pecados (cf Mc 2,7). Porque Jesús es el Hijo de Dios, dice de sí mismo: “El Hijo del hombre tiene poder de perdonar los pecados en la tierra” (Mc 2,10) y ejerce ese poder divino: “Tus pecados están perdonados” (Mc 2,5; Lc 7,48). Más aún, en virtud de su autoridad divina, Jesús confiere este poder a los hombres (cf Jn 20,21-23) para que lo ejerzan en su nombre. 

¿Confesarme con un hombre?

El misterio de que un hombre como tú y como yo, en la posición de sacerdote, pueda tener la autoridad para conferir el perdón de los pecados, es idea del mismo Jesucristo (ver Juan 20:21-23). “Jesus les dijo a quienes les perdonen los pecados le quedan perdonados y a quienes se los retengan les quedan retenidos. Así como el Padre me ha enviado así los envió Yo a ustedes.”

Por primera vez en la historia de la salvación, en la persona humana de Jesus podemos ver el perdón de Dios. Antes de la encarnación del hijo de Dios, no hubo humano que pudiera haber ofrecido el perdón de Dios. Jesus lo manifiesta diciéndole al fariseo en Marcos 2:10 “el Hijo del hombre tiene poder de perdonar pecados en la tierra”. Este mismo poder Jesús se lo pasó a los apóstoles y ellos a sus sucesores hasta el día de hoy.

La Iglesia Católica es la única institución cristiana que puede demostrar, que su pasado tiene raíces apostólicas y que su fundador fue Jesucristo. Nosotros no somos quienes para cuestionar a nuestro Señor y aunque tal vez no sientas que es atractivo, ir adonde un sacerdote y contarles tus pecados, es esto exactamente lo que Jesus quiere que hagas. Nuestro Señor no ha hecho nada en vano. Así que si le confirió el poder a su Iglesia,  para perdonar pecado es para que sus miembros busquen de ella.

Al igual que un juez, que tiene toda la autoridad del estado para dictar sentencia, sin importar que tipo de conducta o vida él vive. Así mismo Dios ha depositado el poder de perdonar pecados en sus sacerdotes. Ellos no son los que perdonan pecados, pero con la autoridad que Dios les ha dado pueden ofrecer este perdón en el nombre de El. San pablo explica que ellos administran el ministerio de la reconciliación en los siguientes versículos:

Y todo proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por Cristo y nos confió el ministerio de la reconciliación. Porque en Cristo estaba Dios reconciliando al mundo consigo, no tomando en cuenta las transgresiones de los hombres, sino poniendo en nosotros la palabra de la reconciliación. Somos, pues, embajadores de Cristo, como si Dios exhortara por medio de nosotros. En nombre de Cristo os suplicamos: ¡reconciliaos con Dios!”
II Corintios, 5 18-20

 Los sacerdotes y obispos tendrán que rendirles cuentas a Dios por sus ofensas, pero gracias al poder del Espíritu Santo y a la voluntad de nuestro Señor Jesucristo, la silla u oficina que ocupan siempre está en función. Es por esto que debemos orar por nuestros sacerdotes.

¿Es mejor confesarse directamente con Dios?

Algunas personas piensan que es mejor confesarse directamente con Dios, pero lo que vemos en las Sagradas Escrituras es que Dios a través de nuestro Señor Jesucristo quiere que nos acerquemos a su Iglesia y es por esto que le dio las llaves y la autoridad a ella para administrar el perdón de los pecados.

¿Cuál es la materia del Sacramento de la Confesión?

Todos los sacramentos tienen materia y forma. En el Bautismo la materia es el agua y la forma son las pablaras del sacerdote “yo te bautizo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo. La Santa comunión tiene de materia el pan y el vino y la forma, son las palabras dichas por Jesus en la última cena, pronunciadas por el sacerdote en persona de Cristo. Es por esto que las dice en primera persona, porque es el mismo Señor, quien se ofrece y ofrece las especias al Padre; actuando como sacerdote y víctima.

En la confesión la fórmula es similar a la del bautismo; el sacerdote dice, “yo te absuelvo en el nombre del Padre, del Hijo y del Espíritu Santo” y es el mismo Señor, quien a traves del sacerdote nos perdona los pecados. La materia del sacramento de la confesión es un corazón contrito. Así que debemos estar arrepentidos por lo que hemos hecho y tener toda la intención de no volver a pecar. Sólo así hacemos una confesión genuina y valida.

Antes de ir a la confesión debemos seguir lo siguientes pasos:

1. Examen de Conciencia.
Ponernos ante Dios, que nos ama y quiere ayudarnos. Analizar nuestra vida y abrir nuestro corazón sin engaños.

2. Arrepentimiento. Sentir un dolor verdadero de haber pecado porque hemos lastimado al que más nos quiere: Dios.

3. Propósito de no volver a pecar. Si verdaderamente amo, no puedo seguir lastimando al amado. De nada sirve confesarnos si no queremos mejorar. Podemos caer de nuevo por debilidad, pero lo importante es la lucha, no la caída.

4. Decir los pecados al confesor. El Sacerdote es un instrumento de Dios. Hagamos a un lado la “vergüenza” o el “orgullo” y abramos nuestra alma, seguros de que es Dios quien nos escucha.

5. Recibir la absolución y cumplir la penitencia. Es el momento más hermoso, pues recibimos el perdón de Dios. La penitencia es un acto sencillo que representa nuestra reparación por la falta que cometimos.

En Cristo, Luis Roman

Santa Maria Ora Pro Nobis

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¿Por qué me tengo que confesar con un sacerdote?