Anteriormente en el Santo Rosario se rezaban únicamente 150 Avemarías, que es lo recomendado por Santo Domingo de Guzmán, pero para los años 1425 a 1525, comenzó a rezarse con base a meditaciones bíblicas sobre la vida de Jesús y María. Después de haber meditado el episodio de la vida de Jesus o de la Virgen Maria se comenzaron a rezar diez Avemarías por cada misterio. Desde entonces se le llamó Rosario Bíblico Meditado, ya que las meditaciones, proceden de las Sagradas Escrituras (Biblia).
Tenemos los cinco Misterios Gozosos, que nos recuerdan la Encarnación y la vida de Cristo con Maria y Jose; los cinco Misterios Dolorosos, que nos cuentan los sufrimientos de la Pasión y Muerte de Jesús y los cinco Misterios Gloriosos, que nos hablan del triunfo de la Resurrección. En total son 15 misterios que contienen 10 Avemarías y que concuerdan con la tradición de rezar 150 Ave Marías a nuestra Madre por su intercesión. El numero de 150 viene también de los 150 salmos que el clero rezaba en los primeros siglos y que fueron sustituidos por los 150 Avemarías. A finales del siglo pasado se introdujeron los Misterios Luminosos, que se concentran en momentos significativos de la vida pública de Jesús, estos fueron propuestos por el Papa San Juan Pablo II, dejándolos a la consideración de las personas y de las comunidades.
Cada Misterio del Santo Rosario nos hace recordar y ver unos aspectos de la vida del Señor. No hay mejor manera que llegar a la oración contemplativa que comenzando con el rezo del Santo Rosario.
En este artículo mi enfoque es con los misterios dolorosos porque además de poder rezar el via crucis para poder meditar los dolores y la muerte de nuestro Señor también podemos hacerlo al rezar el Santo Rosario.
Los misterios dolorosos nos ayudan a ver el dolor de Jesus a través de Maria y así poder darnos cuenta cuán grande fue este sacrificio y cuanto amor nos tiene Dios que envió a su Hijo para salvarnos. Lo más hermoso y provechoso es que nos ordena los sentidos para saber que en cada Santa Misa que asistimos nos hacemos uno con Él porque somos miembro del único cuerpo de Cristo y que, así como Jesus que es la cabeza sufre así también nosotros participamos en este dolor. El dolor de la cruz debe de llevarnos al arrepentimiento y a entender que solo pasando por la cruz es que podernos ser resucitados para la eternidad. Cristo no está muerto él está vivo pero su sacrificio es eterno. Siempre está en efecto. Es por esto que participamos de la única cena del Señor cada vez que vamos a la Eucaristía. Es un solo sacrificio, pero nuestro Señor nos da la oportunidad de participar múltiples veces y de alimentarnos del su cuerpo y de su sangre todos los Domingo y todos los otro día que también asistamos al Sacrificio de la Santa Misa.
Aquí les dejo el enlace del ROSARIO DE LA SAGRADA PASIÓN DE NUESTRO SEÑOR JESUCRISTO
Son básicamente los cinco misterios dolorosos, pero en vez de rezar las diez avemarías pedimos al Señor por diez intenciones.
¡Santa Maria Ora Pro Nobis!
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