Cuando Dios creo a la humanidad a semejanza de Él, lo hizo para que todo estuviera en total dominio de ella. Todo lo creado, fue creado por amor y por amor se nos fue confiado. Así que Dios es la persona que más fe tiene en ti. La fe de nuestro Padre es tan grande; que envió a su único hijo para que no nos perdiéramos (Juan 3:16). El entrego la vida de su hijo por nuestros pecados. No hay amor más grande que el que da la vida por los que ama y eso exactamente es lo que hizo Jesús (Dios hecho hombre). No pienses por un segundo que a Jesus le quitaron la vida. ¡No! Nuestro Señor la entregó, porque nadie se la puede quitar sin su autoridad (Juan 10:18). Él es Dios, y nadie tiene autoridad sobre Dios. Cuando nuestro Señor se encontraba en la Cruz ofreciendo el Sacrificio digno para Dios por la eternidad y para así poder obtener nuestra comunión con Él, dijo las siguientes palabras; “Padre en tus manos encomiendo mi espíritu” Así que Jesús entregó su vida. No olvides que en el altar de la cruz Jesús es la víctima, pero también Él es el sacerdote que ofrece el sacrificio. El sacerdote es quien debe de quitar la vida a la víctima y El cumplió con esto. La victima que es Dios mismo, quien es puro amor, es la victima perfecta por la cual ya no se necesitan más sacrificios y el sacerdote quien es Dios y quien derrotó a la muerte el Domingo subsiguiente después de ese triste viernes de pascua, es eterno; también proporcionando por este hecho un sacerdocio eterno, perpetuo y perfecto. Por eso nuestros sacerdotes no son sacerdotes por sus propios méritos, sino que son una extensión y un signo visible del sacerdocio de Cristo que es el único válido y necesario.
No tengas dudas y miedos sobre si eres capaz de poder llevar la misión de Cristo en la tierra porque no eres tú, sino que es El quien vive en ti y actúa en ti.
“Más cuando os entreguen, no os preocupéis de cómo o qué vais a hablar. Lo que tengáis que hablar se os comunicará en aquel momento. Porque no seréis vosotros los que hablaréis, sino el Espíritu de vuestro Padre el que hablará en vosotros.” Mateo, 10 :19-20
En los momentos de más desesperación y de desánimo, en los momentos donde sientes que no eres lo suficiente para servirle a Dios, en los momentos donde has cometido una falla y te sientes culpable una y otra vez, en los momentos donde la burla y los comentarios de los otros te tienen dominado, en ese momento en el nombre de Jesús, alaba a Dios, ora y habla con EL.
“No me habéis elegido vosotros a mí, sino que yo os he elegido a vosotros, y os he destinado para que vayáis y deis fruto, y que vuestro fruto permanezca; de modo que todo lo que pidáis al Padre en mi nombre os lo conceda.” Juan, 15:16
En Cristo; Luis Roman
Santa Maria ora pro nobis
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