“La iglesia no le da culto o celebra a la muerte , ella funda su fe en Cristo Resucitado. San Pablo nos dice que si el Señor no estuviera resucitado nuestra fe no valdría de nada, seguiríamos a un muerto más y tenemos una certeza: que los que mueren en el Señor, van a ser resucitados con Él”, Romanos 6:3-9
Es importante tener en cuenta que el Día de Todos los Santos no es lo mismo que el Día de Fieles Difuntos, también conocido como Día de los Muertos o de las Ánimas. Este se celebra el día 2 de noviembre y su objetivo es orar por los fieles que ya no siguen en la vida terrenal. Durante esta jornada se celebran las denominadas misas de réquiem, es decir, un ruego por el alma de los muertos, a no ser que el día 2 de noviembre caiga en domingo, en cuyo caso no se pueden celebrar este tipo de ceremonias.
Fue a partir del dos de noviembre del año 998 cuando se creó un día especial para ellos. Esto fue instituido por el monje benedictino San Odilón, Francia. Su idea fue adoptada por Roma en el siglo XVI y de ahí se difundió al mundo entero.
La tradición de rezar por los muertos se remonta a los primeros tiempos del cristianismo, en donde ya se honraba su recuerdo y se ofrecían oraciones y sacrificios por ellos, ya que cuando una persona muere no es capaz de hacer nada para ganar el cielo; sin embargo, los vivos sí pueden ofrecer obras para que el difunto alcance la salvación.
Con las buenas obras y la oración se puede ayudar a los seres queridos a conseguir el perdón y la purificación de sus pecados para poder participar de la gloria de Dios.
A estas oraciones se les llama sufragios. El mejor sufragio es ofrecer la Santa Misa por los difuntos.
También los Primeros Cristianos oraban por las almas de los difuntos
Del siglo II es esta inscripción: «Oh Señor, que estás sentado a la derecha del Padre, recibe el alma de Nectario, Alejandro y Pompeyo y proporciónales algún alivio». Tertuliano (año 160-222) dice: «Cada día hacemos oblaciones por los difuntos». San Juan Crisóstomo (344-407) dice: «No en vano los Apóstoles introdujeron la conmemoración de los difuntos en la celebración de los sagrados misterios. Sabían ellos que esas almas obtendrían de esta fiesta gran provecho y gran utilidad» (Homilía a Filipo, Nro. 4)
El Apóstol Pablo dice que, en el día del juicio la obra de cada hombre será probada. Esta prueba ocurrirá después de la muerte: «El fuego probará la obra de cada cual. Si su obra resiste al fuego, será premiado, pero si esta obra se convierte en cenizas, él mismo tendrá que pagar. Él se salvará, pero como quien pasa por el fuego» (1 Corintios. 3: 15). La frase dice: «tendrá que pagar» esta no se puede referir a la condena del Infierno, ya que nadie puede salir de ahí. Tampoco puede significar el Cielo, ya que allá no hay ningún sufrimiento. ¿Entonces a que se refiere?
Sólo la Tradición y la doctrina católica (primeros cristianos) pueden dar luz a este pasaje de Corintios 3:15 y explicarnos el estado del Purgatorio. En la Biblia se demuestra que ya en el Antiguo Testamento, Israel oró por los difuntos y por el estado se sus almas. Así lo dice el Segundo libro de los Macabeos (12, 42-46), donde dice que Judas Macabeo, después del combate oró por los combatientes muertos en la batalla para que fueran liberados de sus pecados. «Y rezaron al Señor para que perdonara totalmente de sus pecados a los compañeros muertos».
En 2 Timoteo 1, 1-18, San Pablo dice refiriéndose a Onesíforo: «El Señor le conceda que alcance misericordia en aquel día».
El mismo Jesús también dice que «aquel que peca contra el Espíritu Santo, no alcanzará el perdón de su pecado ni en este mundo ni en el otro» (Mt. 12, 32). Esto nos dejar ver que debe de haber un estado o lugar donde al alma después de este mundo se le puede perdonar pecados. A esto es lo que llamamos el estado del Purgatorio. Esto quiere decir que después de la muerte hay Purgatorio en otras palabras purificación de los pecados veniales.
Nada con mancha puede entrar al cielo Apocalipsis 21,27. Si no hay un estado de purificación entonces nadie se salvaría, porque ¿quién no peca todos los días venialmente?
Hay que decir que el Purgatorio no es como una segunda oportunidad para que la persona establezca una recta relación con Dios. La conversión y el arrepentimiento deben darse en esta vida. Tampoco es correcto pensar que no hay dolor y sufrimiento en el purgatorio. Es un lugar de limpieza en donde todo lo machado es quemado así que hay sufrimiento y dolor. Tampoco es correcto decir que es el primer piso o lugar del cielo porque en el cielo como ya dijimos no entra nada machado y no hay dolor ni sufrimiento.
Así que según nuestra fe católica y la Santa Biblia, debemos orar y ofrecer Misas por los difuntos, para que sus almas sean purificadas de sus pecados veniales y así puedan entrar a la gloria, a gozar de la presencia de Dios.
En Cristo; Luis Roman
Santa Maria ora pro nobis
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