En el
Evangelio de hoy se nos dice en Mateo 11:19 ” la Sabiduría de Dios no se
equivoca en sus obras.»”
La Sabiduría de Dios no son preceptos, sino una persona: Jesucristo. Jesús es
la Sabiduría cuyo Espíritu fue otorgado a Salomón Sabiduría 7: 7–1.
Por eso
oré, y me fue dada la prudencia, supliqué, y descendió sobre mí el espíritu de
la Sabiduría.
La preferí a los cetros y a los tronos, y tuve por nada las riquezas en
comparación con ella.
No la igualé a la piedra más preciosa, porque todo el oro, comparado con
ella, es un poco de arena; y la plata, a su lado, será considerada como
barro.
La amé más que a la salud y a la hermosura, y la quise más que a la luz del
día, porque su resplandor no tiene ocaso.
Junto con ella me vinieron todos los bienes, y ella tenía en sus manos una
riqueza incalculable.
Jesús es la Palabra de Dios de la que se habla en Hebreos 4: 12-13.
Hermanos:
La Palabra de Dios es viva y eficaz, y más cortante que cualquier espada de
doble filo: ella penetra hasta la raíz del alma y del espíritu, de las
articulaciones y de la médula, y discierne los pensamientos y las intenciones del
corazón.
Ninguna cosa creada escapa a su vista, sino que todo está desnudo y
descubierto a los ojos de aquel a quien debemos rendir cuentas.
Y Jesús, se revela al hombre rico como Dios.
Jesús lo miró con amor y le dijo: “Sólo te falta una cosa: ve, vende lo que tienes y dalo a los pobres; así tendrás un tesoro en el cielo. Después, ven y sígueme”.
En Jesús encontramos la Sabiduría, la Palabra viva y efectiva de Dios. Como lo hace con el hombre rico, nos mira a cada uno de nosotros con amor. Esa mirada de amor, esa mirada amorosa, es una invitación personal, a renunciar a todo para seguirlo.
Nada se oculta de Su mirada, como escuchamos en Hebreos 4:12-13. En Sus ojos de fuego, los pensamientos de nuestros corazones están expuestos, y cada uno de nosotros debe rendir cuentas de nuestras vidas (ver Apocalipsis 1:14). Él no se equivoca en sus obras (Mateo 11:19) y es el amigo que nunca falla.
Pidamos a la Sabiduría de Dios, a Jesús que abandonando todo podamos llegar con Él a la casa prometida. Por nuestro fruto seremos reconocidos y como dice su palabra de ellos tendremos que rendir cuentas.
En Cristo; Luis Román
Santa María ora pro nobis