En las bodas de Caná y a petición de su Madre la Santísima Virgen Maria; Jesús convierte el agua en vino. Las escrituras nos dicen, que a los recién casados se les había acabado el vino. Con este milagro nuestro Señor se auto revela (se manifiesta/epifanía) y al igual que en la creación, que todo fue creado a través del verbo; ahora el verbo transforma y cambia lo existente para darnos más vino.
Todo esto sucede en una boda, prefigurando así, el tipo de unión que quiere tener Cristo con su pueblo. Nuestro Señor, quiere una unión común con nosotros. Que dejemos de ser nosotros y Él, para ser uno sólo con Él.
Al igual que en el matrimonio, donde dos se hacen una sola carne; así mismo el Señor quiere una sola unión con su Iglesia. Es por esto que Él se hace llamar el novio y en el libro del Apocalipsis, el Apóstol San Juan describe esta unión, como las bodas del cordero. En otras palabras, la Iglesia y Jesús en eterna unión.
En el numeral 1,613 del catecismo de la Iglesia católica dice: “en el umbral de su vida pública, Jesús realiza su primer signo -a petición de su Madre- con ocasión de un banquete de boda. La Iglesia concede una gran importancia a la presencia de Jesús en las bodas de Caná. Ve en ella la confirmación de la bondad del matrimonio y el anuncio de que en adelante el matrimonio será un signo eficaz de la presencia de Cristo»
Este evento lo meditamos en el segundo misterio luminoso todos los Jueves, cuando rezamos el Santo Rosario. Maria dice las palabras “hagan lo que Él les diga”. Éstas deben der un mandato para todo cristiano. La única manera de estar listo, para poder recibir al Señor en la boda del cordero, en su cuerpo y sangre es haciendo lo que Él nos pide con amor y por amor.
Que en este día podamos descubrir, que sólo a través de la obediencia a Dios, cosas grandes pasan. Ése es el único camino para que el Vino nunca falte en nuestro hogares y que reine la verdadera felicidad en nuestras familias. Ésto lo debemos de pedir en el nombre de Jesús y por la intercesión de la Santísima Virgen todos los días.
En Cristo; Luis Roman
Santa María ora pro nobis