En el evangelio según San Mateo, Jesus le responde a los fariseo que decían que solo Dios tiene poder perdonar los pecados lo siguiente: “sepan que el Hijo del hombre tiene en la tierra poder de perdonar pecados ” Marcos, 2:7.
Los fariseos tenían toda la razón al decir que solo Dios puede perdonar pecados, y es lo que hasta hoy; la Iglesia Católica sigue enseñando. Jesus les hace ver a los fariseos, que Él es el hijo de Dios y que a Él, en su naturaleza humana; se le ha dado por parte del Padre; el poder de perdonar pecado. Jesus escogió 12 apóstoles y solo a estos 12 apóstoles, confirió el poder de perdonar pecados. También a ellos, les dio el poder de atar y desatar, aquí en la tierra y en el cielo (Juan 20:23).
¿Porque Jesús hizo esto? ¿Esto no parece muy inteligente?
El camino para la santidad no se trata de inteligencia, sino de PARTICIPACIÓN en Cristo. A Cristo se le dio la gana, de que hubiera una Iglesia presente en la tierra. En otras palabras, la Iglesia es el reino de Dios en la tierra para que todas las naciones vuelvan a Dios. Esto se remonta a Abraham y las promesas que Dios le hizo a Él y también a David cuando le dijo que su reinado seria eterno (se refería a la Iglesia Católica).
Jesus estableció la sucesión apostólica
La sucesión apostólica es como la autoridad de un sheriff (alguacil) del condado. Cualquier deputy (sargento) representa al sheriff, pero el sheriff es uno solo. Así mismo es con los sacerdotes católicos. Sin importar si el deputy es alcohólico o mal humorado; cuando ejerce su oficio, este es válido porque tiene la autoridad del sheriff. Lo mismo con los sacerdotes y obispos en la Iglesia. Los sacramentos no son efectivos basados en la santidad de quien los administra, sino en la autoridad que esta persona representa. Lo mismo pasa en ámbito judicial y político. Yo puedo decir mañana que soy el presidente de Estados Unidos, ¿pero realmente lo soy? Solo una persona tiene la autoridad de ser presidente de E.U., dada por el pueblo después de unas elecciones garantizada por la constitución. Lo mismo sucede con la Iglesia, sus sacerdote, obispos, cardenales y papas.
En la Biblia hay evidencia de que la Iglesia católica existía desde el comienzo del cristianismo. Ésta menciona al segundo papa después de Pedro (también mencionado en la Biblia). San Lino en la segunda carta de San Pablo a Timoteo: “Procura venir antes del invierno. Eubulo te saluda, y Pudente, y Lino, y Claudia, y todos los hermanos”. 2 Timoteo 4, 21.
San Ireneo de Lyón, confirma en Adversus Aereses, que el Lino mencionado en la Biblia es el mismo Papa Lino. “Después que los bienaventurados apóstoles Pedro y Pablo hubieron echado los fundamentos y edificado la Iglesia de Roma, encomendaron el servicio del episcopado a Lino. De este Lino hace mención Pablo en sus cartas a Timoteo“. Adversus Aereses, año 174.
También la Biblia menciona al cuarto papa de la Iglesia católica, San Clemente: “También te ruego a ti, Sícigo, verdadero «compañero», que las ayudes, ya que lucharon por el Evangelio a mi lado, lo mismo que Clemente y demás colaboradores míos, cuyos nombres están en el libro de la vida”. Filipenses 4, 3.
Como si fuera poco; el primer concilio de la Iglesia Catolica, también está documentado en la Biblia (Hechos de los apóstoles capítulo 15). Se conoce como el concilio de Jerusalén y sucedió para el año 50. Este fue efectuado para poder responder a algunos grupos Cristianos Judíos, que se le dificultaba el aceptar que los Gentiles, pudieran ser traídos a la Iglesia como miembros iguales, sin antes someterse a la ley de Moisés (circuncisión). En el relato del libro de los Hechos de los apóstoles, es muy evidente la autoridad del primer papa, San Pedro, y la obediencia por parte de la Iglesia, incluyendo por supuesto a San Pablo y San Bernabé, que fueron hasta Jerusalén a buscar el concejo de los apóstoles.
Todo esto no es invento humano, sino divino y a veces no es fácil de entender, pero debemos ser fuertes y ser fieles a Dios. Con nuestra fidelidad a su Iglesia Universal, a su palabra y a sus mandatos demostramos nuestra fe. Debemos mantenernos firmes en la Iglesia Católica y recordar que Jesucristo quiere cumplir sus promesas a través de su única Iglesia Universal. Élla es la única con la sucesión apostólica, que por la autoridad de Cristo puede ofrecer todos los sacramentos; incluyendo el cuerpo y la sangre de Cristo. ¡Sin la Iglesia no hay Eucaristía! ¡Sin la Iglesia no hay salvación!
En Cristo, Luis Roman
¡Santa Maria Ora Pro Nobis!
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