Si se refiere al recibimiento de la Gracia, viene después de la Fe. “Por Gracia por medio de la Fe somos salvados” (Efesios 2: 8).
Si se refiere a si hubo primero, el deseo de Dios, de darnos Su Gracia antes que el ser humano tuviera fe, pues debo decir que así es. La manifestación de la gracia de Dios en la vida y en el sacrificio de la Cruz de Su Hijo, es lo que produce la fe, y en ese punto de vista entonces la Gracias es primero.
La Fe y la Gracia son como dos piernas; no podemos tener Fe, si no fuera por la Gracia de Dios, pero no podemos recibir la gracia, si no tenemos Fe. Sin las dos o sin una de ellas, no podemos caminar el camino de la santidad.
Recordemos que la fe, no tendría valor, porque la salvación no es posible por causa de algún poder que tenga la fe, sino por causa de la Gracia, que nos ofrece lo que no merecemos y no podemos merecer, ni siquiera cuando tengamos la fe (Efesios 2:8-9).
Es por esto que el Catecismo de la Iglesia en acorde con la Biblia nos dice en el numeral 2001:
La preparación del hombre para acoger la gracia es ya una obra de la gracia. Esta es necesaria para suscitar y sostener nuestra colaboración a la justificación mediante la fe y a la santificación mediante la caridad. Dios completa en nosotros lo que Él mismo comenzó, “porque él, por su acción, comienza haciendo que nosotros queramos; y termina cooperando con nuestra voluntad ya convertida”
(San Agustín, De gratia et libero arbitrio, 17, 33):
«Ciertamente nosotros trabajamos también, pero no hacemos más que trabajar con Dios que trabaja. Porque su misericordia se nos adelantó para que fuésemos curados; nos sigue todavía para que, una vez sanados, seamos vivificados; se nos adelanta para que seamos llamados, nos sigue para que seamos glorificados; se nos adelanta para que vivamos según la piedad, nos sigue para que vivamos por siempre con Dios, pues sin él no podemos hacer nada»
(San Agustín, De natura et gratia, 31, 35).
En Cristo Luis Roman
Santa María ora pro nobis