Ser prudente en la oración es tener el enfoque en Dios y no en las palabras que expresamos. No hay maldad en querer decorar la oración con palabras y sofisticadas expresiones, pero estas no deben de ser el fin de la oración misma.
No olvides que la oración es la comunicación entre nosotros los hijos y nuestro Padre del cielo. La oración sincera es de agrado al Señor, ya que es nesesario que esta tenga mucho en común con el Padre. Las palabras vacías sin ninguna intención o genuino deseo son de desagrado para Dios.
Que el tejido de tu oración sea de un solo color. El publicano y el hijo pródigo se reconciliaron con Dios por medio de una sola palabra. Cuando ores, no busques palabras complicadas, mira que el simple tartamudeo de los niños a menudo ha tocado su Padre que está en los cielos. No busques hablar mucho cuando ores, tu espíritu puede distraerse buscando palabras. Una sola palabra del publicano apaciguó a Dios y un solo grito de fe salvó al buen ladrón. Ser locuaz en la oración dispersa seguido al espíritu y lo llena de imágenes, por lo que repetir una misma palabra ordinariamente lo dispone al recogimiento. Si una palabra de tu oración te llena de dulzura o de arrepentimiento, permanece en ella, pues eso significa que nuestro ángel de la guarda está allí, orando con nosotros. Pide en la tribulación, busca por la obediencia y toca por la paciencia. Pues quién pide así recibe; quién busca encuentra, y a quién toca a la puerta le abren. Quien mantiene sin descanso el bastón de la oración no tropezará. E incluso si cae, su caída no so será definitiva. Pues la oración es una tiranía piadosa ejercida sobre Dios. (Referencias bíblicas: Lc 18, 13; Lc 15, 21; Lc 23, 42; Lc 11, 9-10).
San Juan Clímaco
La Santa escala (frm trad.evangelizo.org©)
Que tu oración sea guiada por el Espíritu Santo, en el nombre de Jesús y por la voluntad del Padre.
En Cristo, Luis Román
Santa María ora pro nobis