Hay un dicho que dice; que el carácter de una persona se puede conocer observando a sus enemigos. En la actual sociedad, pareciera que lo ideal es no tener enemigos. El tener una buena relación con todos es lo importante. La prioridad es ser querido y amado por todos sin condiciones.
En Génesis 3:15, Dios le dice a la serpiente antigua y mentirosa, que va haber enemistad entre ella y la mujer y que su decencia apastará su cabeza. El único que ha tenido el poder de aplastar la cabeza del diablo, del pecado y la muerte, es Jesús y su madre es María (Lucas 1:38). Así que ya en el principio de las Sagradas Escrituras, vemos la línea trazada entre esta santa pareja y el enemigo.
“Entonces el dragón se enfureció contra la mujer y se fue a hacer la guerra al resto de sus hijos, es decir, a los que observan los mandamientos de Dios y guardan el mensaje de Jesús.” Apocalipsis 12:17
Si tú no tienes enemigos, quiere decir que no tienes una misión o identidad claramente definida. Posiblemente, estas actuando egoístamente, al asegurarte, que siempre estás en acuerdo con todos lo que te rodean. Esto es un problema, porque es bien probable, que no estás hablando del Cristo de las Escrituras a los demás y mucho menos estas actuando como Él. Solo haces y dices todo lo que los demas esperan de ti.
Mira a Jesús y a María. Ambos tuvieron enemigos. Estos enemigos eran sobrenaturales pero también naturales o sea seres humanos. María sufrió el exilio a días de haber nacido Jesús y Jesús en muchas ocasiones fue rechazado, tildado de blasfemo, casi apedreado y terminó muriendo en la Cruz, en manos de sus enemigos
Tanto el que anda con Dios y el que no cree en Él, deberían de tener enemigos, si realmente están viviendo su vida en acorde con su conciencia.
Quisiera aclarar, que cuando hablo de enemigos en este artículo, no me refiero a una situación violenta o de odio, porque el mismo Señor Jesus nos dijo, “amen a sus enemigos”. Pero Jesus jamás dijo, hagan lo que ellos hacen. Es a esto a lo que me refiero. A los que no están de acuerdo con nuestra forma de vivir. No estoy diciendo que se trata de hacer enemigos y tener mala relaciones con los demas. Los enemigos de los que estoy hablando, son aquellos que están en la oscuridad y al ver la luz de Cristo, la detestan y más aún detestan a quienes la irradian.
En un funeral, por ejemplo, usualmente este es un tema que se habla de la persona fallecida. Se escucha que dicen, “Ella no le hablaba a esta persona”. “Este grupo no lo soportaba”. Dependiendo de las razones y qué tipos de enemigos tenia el fallecido, podremos saber, si la persona era una persona de Dios o si no lo era.
Así que debemos de tener enemigos, es natural y es lo esperado.
“Felices ustedes, cuando por causa mía los insulten, los persigan y les levanten toda clase de calumnias. Alégrense y muéstrense contentos, porque será grande la recompensa que recibirán en el cielo. Pues bien saben que así persiguieron a los profetas que vivieron antes de ustedes” Mateo 5: 11-12
¿Cuáles son tus enemigos?
Tus enemigos deberían de ser el pecado y cualquier cosa; incluyendo personas, que no quieren que creas en Dios.
Nuestra misión es ir y hacer discípulos a todos de Cristo, pero no todos van a aceptar el mensaje y algunos, hasta nos van a odiar por ello. Esto es bueno y como dijimos es lo esperado. Quieres decir que estás mostrando un verdadero testimonio de Cristo.
Porque desde ahora en adelante, cinco en una casa estarán divididos; tres contra dos y dos contra tres. Estarán divididos el padre contra el hijo y el hijo contra el padre; la madre contra la hija y la hija contra la madre; la suegra contra su nuera y la nuera contra su suegra. Lucas 12:53
La persona de Jesús, en muchos casos va a ser motivo de unión, pero en muchos más, va a ser motivo de discordia, argumentos y soledad. Todo lo que hagamos, debemos de hacerlo con amor y guiados por el Espíritu Santo, pero esto no quiere decir, que seremos amados por todos.
Amigo y amiga, preocúpate si eres amados por todos, porque ya recibiste la recompensa aquí en la tierra.
En Cristo; Luis Roman
Santa Maria ora pro nobis