Juan 21: 11 “Subió Simón Pedro y sacó la red a tierra, llena de peces grandes: ciento cincuenta y tres. Y, aun siendo tantos, no se rompió la red.”
“Después de haber pescado tan gran cantidad de peces «Simón Pedro subió a la barca y arrastró la red hasta la orilla» Supongo que habrán comprendido por qué fue Pedro quien arrastró la red hasta la orilla. En efecto, es a él a quien se confió la santa Iglesia, es a él a quien se dijo personalmente: «Simón, hijo de Juan, ¿me amas? Apacienta mis ovejas». Así, lo que fue anunciado en palabras una segunda vez, es primero significado por una acción. Es el predicador de la Iglesia el que nos separa del oleaje de este mundo, es entonces necesario que Pedro guíe hasta tierra la red llena de peces. Él en persona ha arrastrado los peces hasta la tierra firme de la orilla porque, por su santa predicación, ha hecho conocer a los fieles la inmutabilidad de la patria eterna. Lo ha hecho tanto por sus palabras como por sus epístolas y lo sigue haciendo cada día con sus milagros. Cada vez que nos lleva al amor del descanso eterno, cada vez que nos hace dejar el tumulto de las cosas de este mundo ¿no somos, acaso, como peces pescados por las redes de la fe, que él arrastra hasta la orilla?” San Gregorio Magno Homilías sobre el Evangelio, nº 24 (traducido de Le Barrou, rev.; src©Evangelizo.org)
“En la otra pesca no se expresa el número de peces, como si sucediera en aquella lo que dijo el profeta: “Anuncié, y hablé, y se multiplicaron sin número” (Ps 39,6) Pero aquí el número es cierto, y debe darse la razón. El número, pues, significa la Ley, cuyo nombre es diez por el Decálogo. Pero cuando se añade a la Ley de gracia, esto es, la letra a su espíritu, se añade en cierto modo el número siete al diez; porque el Espíritu Santo, autor de la santificación, es designado con el número siete, pues ésta es, en verdad, la primera vez que en el día séptimo brilló la santificación en la Ley (Gn 2) El profeta Isaías nos muestra al Espíritu Santo autor de siete dones de operaciones. Uniéndose, pues, a la decena de la Ley el septenario del Espíritu Santo, resultan diez y siete, cuyo número, computado desde el uno hasta el mismo (poniendo en orden de suma desde el uno hasta el diez y siete inclusive) asciende a ciento cincuenta y tres”. San Agustín, ut supra.
Solo a Pedro nuestro Señor le dijo las palabras “apacienta mis ovejas”. Las ovejas siguen siendo de Cristo, porque solo Él es el Buen Pastor y nadie puede ocupar ese lugar. Es por esto que Jesus le dice a Pedro, “mis ovejas”. Cristo no dice nuestras ovejas. Esto nos muestra el correcto orden jerárquico de la Iglesia fundada por Jesus. Cristo, como nos dice San Pablo, es la cabeza y nosotros el cuerpo. Comenzando con Pedro, morimos y resucitamos en Cristo. Es por esto que la oficina Pretina está al servicio de todos los servidores de la Iglesia.
Pedro con su ejemplo lideró a la Iglesia naciente del primer siglo. Él Tuvo sus momentos de crisis y dudas. Pedro fue hasta corregido por san Pablo (Gálatas 2:11-14). Su determinación y humildad lo llevaron hasta el martirio. Apacentar, en otras palabras, guiar y mantener el rebaño unido a Cristo, es la labor del sucesor de Pedro. Es por esto, que en el texto el Evangelista Juan nos dice, que fue Pedro quien arrastró la red llena de Peces. Con lujo de detalles también San Juan nos dice, que la red no se rompió. Observa que Pedro esta arrastrando la pesca hacia Cristo. Observa también que no son múltiples redes, sino que es una sola.
Nunca olvides, un solo Pastor, un solo vicario, una sola Iglesia.
En Cristo, Luis Roman
Santa Maria ora pro nobis