En la Iglesia primitiva existía una costumbre en la cual el obispo o el sacerdote, después de la homilía, gritaban a los fieles: “Conversi ad Dominum”: diríjanse hacia el Señor. Esto significaba, en primer lugar, que se dirigirían hacia el Este, hacia el sol naciente, la señal del regreso de Cristo, a quien vamos a encontrar cuando celebramos la Eucaristía. Donde esto no era posible, por alguna razón, se volteaban hacia la imagen de Cristo, o hacia la Cruz, para orientarse interiormente hacia el Señor.

Fundamentalmente, esto implica un evento interior; la conversión, el giro de nuestra alma hacia Jesucristo y, hacia el Dios vivo. Junto con esta exclamación, estaba la otra que, hasta el día de hoy, antes de la Oración Eucarística, se dirige a la comunidad de los fieles: “Sursum corda” “Levanten sus corazones”, Esto debemos hacerlo por encima de todas nuestras preocupaciones, deseos y ansiedades “¡Levanta tus corazones, tu ser interior!”.

En ambas exclamaciones estamos ordenados, a una renovación de nuestro Bautismo: Conversi ad Dominum: siempre debemos alejarnos de los caminos falsos, hacia los cuales nos desviamos con tanta frecuencia en nuestros pensamientos y acciones. Debemos volvernos cada vez más hacia aquel que es el Camino, la Verdad y la Vida.

Debemos renovar nuestra conversión, volteando toda nuestra vida hacia el Señor. Y siempre debemos retirar nuestros corazones de la fuerza de la gravedad, que los empuja hacia abajo, y desde el interior debemos elevarlos: en la verdad y en el amor.

Demos gracias al Señor, porque a través del poder de su palabra y de los santos sacramentos, nos señala la dirección correcta y atrae nuestro corazón hacia arriba.

Foto: Papa Francisco celebrando la Santa Misa (Novus Ordo) Ad Orientem Fiesta del Bautismo del Señor 2018

En Cristo Luis Roman

Santa María ora pro nobis