El Domingo de la Solemnidad de la Santísima Trinidad nos recuerda que el Hijo encarnado es la Sabiduría misma de Dios, el Verbo, por el cual todo fue creado y que habitó entre nosotros (ver capítulo 1 del Evangelio de San Juan).
Dice el libro de Proverbios 8:22-31 “El Señor me creó como primicia de sus caminos, antes de sus obras, desde siempre. Yo fui formada desde la eternidad, desde el comienzo, antes de los orígenes de la tierra. Yo nací cuando no existían los abismos, cuando no había fuentes de aguas caudalosas. Antes que fueran cimentadas las montañas, antes que las colinas, yo nací, cuando él no había hecho aún la tierra ni los espacios ni los primeros elementos del mundo. Cuando él afianzaba el cielo, yo estaba allí; cuando trazaba el horizonte sobre el océano, cuando condensaba las nubes en lo alto, cuando infundía poder a las fuentes del océano, cuando fijaba su límite al mar para que las aguas no transgredieran sus bordes, cuando afirmaba los cimientos de la tierra, yo estaba a su lado como un hijo querido y lo deleitaba día tras día, recreándome delante de él en todo tiempo, recreándome sobre la faz de la tierra, y mi delicia era estar con los hijos de los hombres”.
Todas las cosas se ponen bajo Sus pies para que Él pueda restaurar la gloria por la cual fuimos creados desde el principio, la gloria perdida por el pecado. El Hijo experimentó la muerte para que podamos ser resucitados en la Trinidad y así su nombre sea glorificado sobre toda la tierra.
Gracias al Hijo y por su mediación delante del Padre, El Espíritu Santo, ha sido derramado en nuestros corazones, un Espíritu, que nos hace hijos del Padre una vez más (Romanos 8: 14–16).
Este es el Espíritu que Jesús promete en el Evangelio de hoy y por el que rogará al Padre para que sea enviado a nosotros. La naturaleza humana de Jesus es la que le pide al Padre por el Paráclito y Defensor, porque su Divinidad junto con la del Padre y la del Espíritu Santo son una misma esencia. En otras palabras, son la misma cosa. Así mismo lo manifiesta el Señor: “El me glorificará, porque recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes. Todo lo que es del Padre es mío. Por eso les digo: ‘Recibirá de lo mío y se lo anunciará a ustedes’.” Juan 16: 12-15
Su Espíritu viene como un don o regalo (vea 1 Juan 2:27), para guiarnos a la verdad, para mostrarnos las cosas que vienen, las cosas que debían ser antes de todos los tiempos y que haremos Si encontramos paz y unión en Dios. En esa unión compartiremos la vida de la Trinidad y viviremos en Dios, así como Él habita en nosotros (ver Juan 14:23; 17:21).
Este es el misterio de la Santísima Trinidad, es en donde las matemáticas no hacen sentidos. Uno, más uno, más uno es igual a uno.
Es un solo Dios que nos creó, nos redimió y habita en nosotros. Y Es el mismo Dios que habitó entre nosotros; el Verbo, que murió por nosotros y por el cual todo fue creado. A través de Él y desde antes del tiempo inició la existencia. Tres personas un solo Dios. Donde está uno, están los tres, siendo solo Uno en esencia. Tres personas un solo Dios.
Nunca olvides que los misterios de Fe no son para entenderlos, sino para comprenderlos en la Fe.
¡Feliz Día de la Solemnidad de la Santísima Trinidad!
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En Cristo Luis Roman
Santa María ora pro nobis
Foto: Royalty-free stock photo ID: 148013462 Holy Trinity. Detail from fresco of scene from apocalypse from 19. cent. in main apse of Altlerchenfelder church on July 27, 2013 Vienna.By Renata Sedmakova