Esta semana, las lecturas nos muestran cuan cerca podemos estar de Dios cuando oramos. Nuestro Dios quiere que le hablemos siempre. Aunque Él lo conoce todo; Él espera por nuestro permiso para actuar. No olvidemos que el acto de petición, manifiesta fe, confianza y esperanza, hacia quien se le hace el pedido.
En la primera lectura del Libro de Génesis 18,20-32, Abraham se encuentra haciendo una oración de intercesión por Sodoma y Gomorra al Señor. La semana pasada veíamos como estos tres hombres, quienes son el Señor, se detuvieron donde Abraham. Hoy vemos, que ellos vienen a traer la ira justa de Dios; pero Abraham comienza a pedirle al Señor y le dice “Yo, que no soy más que polvo y ceniza, tengo el atrevimiento de dirigirme a mi Señor.” Abraham reconoce su lugar delante del Señor y no le hace exigencias, sino que pregunta al Señor “¿Así que vas a exterminar al justo junto con el culpable? “El Señor le responde que, si encuentro justos en la ciudad de Sodoma, perdonaré a todo ese lugar en atención a ellos”.
El ejemplo de Abraham nos muestra, como debemos orar al Señor. Primero, reconociéndonos como sirvientes y no como quienes damos las órdenes. Segundo, no hacemos una declaración, sino que una petición. Tercero, la petición debe pedir por un bien mayor, más allá que solo el nuestro.
Abraham todavía no gozaba de los regalos del Bautismo, que nos describe San Pablo en su carta los Colosenses 2,12-14. “En el bautismo, ustedes fueron sepultados con él, y con él resucitaron, por la fe en el poder de Dios que lo resucitó de entre los muertos. Ustedes estaban muertos a causa de sus pecados y de la incircuncisión de su carne, pero Cristo los hizo revivir con él, perdonando todas nuestras faltas. El canceló el acta de condenación que nos era contraria, con todas sus cláusulas, y la hizo desaparecer clavándola en la cruz”.
Jesús revela a sus discípulos en el Evangelio (San Lucas 11,1-13) de esta semana, el misterio de la oración. Ésta es la relación viva de los amados hijos e hijas con su Padre celestial. Nuestra oración es un regalo, hecho posible por el Regalo del Padre, a través del Espíritu Santo en Su Hijo Jesucristo. La oración es el producto del Nuevo Pacto, por el cual somos hechos hijos de Dios en Cristo Jesús (Gálatas 4: 6–7; Romanos 8: 15–16). Solo a través de nuestra relación de hermano con Jesús podemos ser hijos del Padre.
Jesús nos enseña a persistir en nuestras oraciones, al igual que Abraham insistió en pedir la misericordia de Dios para los inocentes de Sodoma y Gomorra. Tengamos en cuenta, que Abraham hizo una oración digna al Señor. La cuál era humilde y pedía misericordia por quienes amaban a Dios. No podemos pedirle al Señor, que no brinde su justicia contra sus enemigos, pero sí podemos pedirle el Espíritu Santo, para que el enemigo sea convencido por medio de nuestro testimonio y así cruce la línea de batalla uniéndose a nuestra milicia.
Hoy el Señor nos dice: ‘También les aseguro: pidan y se les dará, busquen y encontrarán, llamen y se les abrirá. Porque el que pide, recibe; el que busca, encuentra; y al que llama, se le abre. ¿Hay entre ustedes algún padre que da a su hijo una piedra cuando le pide pan? ¿Y si le pide un pescado, le dará en su lugar una serpiente? ¿Y si le pide un huevo, le dará un escorpión? Si ustedes, que son malos, saben dar cosas buenas a sus hijos, ¡cuánto más el Padre del cielo dará el Espíritu Santo a aquellos que se lo pidan!”.
Oremos siempre con confianza, teniendo la fe de que nuestra oración es escuchada. Nuestro Dios sabe lo que nos conviene y que es realmente necesario en nuestras vidas. Nunca olvides, que para nuestro Padre del cielo lo más importante es nuestra santidad. Es por lo que Jesús nos da la garantía hoy, de que el Padre del cielo, de seguro dará el Espíritu Santo a quienes se lo pidan. Es esta la petición, que nuestro Dios siempre concede, porque sólo con el Espíritu Santo, sus dones y sus gracias, podremos alcanzar la Glorias eternas.
“No nos invitaría tanto a que pidiésemos si no quisiera darnos. Avergüéncese la pereza humana; más quiere dar el Señor, que nosotros recibir. “
San Agustín, De verb. Dom, serm. 29.
Aquí les dejo un corto programa sobre este tema titulado “Pidan y se les dará”
En Cristo, Luis Roman
Santa Maria ora pro nobis
Foto: Cosimo Rosselli (1439–1507) Blue pencil.svg wikidata:Q29447Sermon on the Mount