El buen ladrón nos muestra cómo debemos aceptar la salvación que nos ofrece el Señor. Él confiesa sus pecados, reconoce que merece morir por ellos e invoca el nombre de Jesús, buscando su misericordia y perdón.
Por su fe se salva. Jesús “lo recuerda”, como Dios siempre ha recordado a su pueblo, visitándolos con sus obras salvíficas, enumerándolos entre sus herederos elegidos (Salmo 106: 4-5).
Por la sangre de su cruz, Jesús revela su reinado, no salvando su vida, sino ofreciéndola como rescate por la nuestra. Nos transfiere al “Reino de su amado Hijo”, como nos dice la Epístola a los Colosenses 1: 12–20
Su Reino es la Iglesia, la nueva Jerusalén y la Casa de David que cantamos en el Salmo de hoy. Salmo 122: 1–5.
Por su pacto con David 2 Samuel 5: 1–3, las tribus de Israel se hacen “hueso y carne” con su rey. Por el nuevo pacto hecho en su sangre, Cristo se convierte en una sola carne con la gente de su reino: la cabeza de su cuerpo, la Iglesia (Efesios 5: 23–32).
Celebramos y renovamos este pacto en cada Eucaristía, dando gracias por nuestra redención, esperando el día en que nosotros también estemos con Él en el Paraíso.
Instaurar todo en Cristo (Instaurare omnia in Cristo) quiere decir todo, sin dejar nada, tanto lo privado como lo público, lo individual como lo social y político, la familia, la educación, la ciencia, la cultura, la economía, el derecho, el arte, la sexualidad, el entretenimiento etc… deben de ser instaurados, establecidos, fundados y creados de nuevo en Cristo.
Y es que si ciertamente Cristo es el sólo Señor y Rey del Universo, especialmente del ser humano, este debe de tenerle como la piedra angular sobre la que basa su vida entera en sus diferentes aspectos.
Todo lo que el hombre haga, el arte, la cultura, la política, el derecho, la economía, etc., debe de arder con la Caridad de Cristo; debe de arder en el amor (ágape) de Cristo.
Todo en tu vida debe de ser instaurado en Cristo. Estas palabras eran el lema de Papa San Pio X y se cree que las dijo antes de morir. Su vida y su testimonio fueron exactamente esto una restauración en Cristo para todos, en todo y a todo tiempo. Miremos su ejemplo y dejemos que Cristo sea el centro de nuestras vidas.
Aquí les comparto la meditación que hicimos sobre el Evangelio de la Solemnidad de Cristo Rey titulada: ¿Todavía queda temor de Dios en la Tierra? Les dejo el video y el audio.
En Cristo, Luis Roman
¡Santa Maria Ora Pro Nobis!