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¿Necesitamos La Revelación para saber que el último fin del hombre es el cielo, o podemos saber esto solo por la razón humana?

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“Dispuso Dios en su sabiduría revelarse a Sí mismo y dar a conocer el misterio de su voluntad. (ver Efesios. 1, 9) Dei Verbum # 2.

Todos los seres humanos tienen algún conocimiento de Dios. Este conocimiento es en cierto modo espontáneo mientras vivimos y pensamos en el mundo y la creación. Es un conocimiento general y confuso. Santo Tomás de Aquino escribe: “Saber que Dios existe de manera general y confusa está implantado en nosotros por naturaleza. Porque el hombre desea naturalmente la felicidad, y lo que el hombre desea, sin duda, debe serle naturalmente conocido. Esto, sin embargo, significa no saber absolutamente que Dios existe; así como saber que alguien se acerca no es lo mismo que saber que Pedro se acerca, aunque es Pedro quien se acerca; pues hay muchos que imaginan que el bien perfecto del hombre, que es la felicidad, consiste en riquezas, y otros en placeres, y otros en otra cosa (ST I.2.1, respuesta 1). Por lo tanto, los humanos necesitaban que Dios se revelara y mostrara entonces cuál es exactamente el último fin del hombre. Los seres humanos pueden saber lo que hay naturalmente en este mundo, pero no pueden saber lo que es sobrenatural que no es de este mundo.

El único Dios verdadero es un ser conocible, y eso se debe a que se ha revelado a la humanidad. Revelar significa quitar el velo. Implica quitar la cubierta de algo que estaba oculto. Los seres humanos tienen una naturaleza cognitiva como mencioné anteriormente. Podemos obtener información de la percepción. Dios, como creador, conoce muy bien a los seres humanos y ha proporcionado señales a lo largo de los siglos.

A través de todo lo creado podemos saber que Dios existe. Su gloria es visible en la creación, es decir, sus atributos divinos o perfecciones. Al respecto, el salmista exclamó: “Los cielos cuentan la gloria de Dios; el firmamento proclama la obra de sus manos” (Salmo 19: 1). El rey David pudo apreciar los atributos de Dios mostrados en la creación. De la misma manera san Pablo expresó: “porque lo que se sabe de Dios se manifiesta en ellos, porque Dios se lo manifestó. Porque desde la creación del mundo, los atributos invisibles de Dios, el poder y la divinidad, se han visto y comprendido a través de la creación, de una manera que no tienen excusa” (Romanos 1: 19-20).

Dios hizo esto posible y claro a través de Cristo, el Verbo hecho carne. A través de esta revelación del Hijo, el Dios invisible vivió entre nosotros. Cristo nos mostró este plan realizado con hechos y palabras. Las obras realizadas por Dios en la historia de la salvación manifestaron y confirmaron las enseñanzas y las realidades conocidas por las palabras, mientras que las palabras proclamaron las obras y aclararon el misterio contenido en ellas. Por esta revelación, entonces, la verdad más profunda acerca de Dios y la salvación del hombre brilla por nuestro bien en Cristo, quien es tanto el mediador como la plenitud de toda revelación (ver Dei Verbum # 2).

En conclusión, necesitamos la revelación para saber que el último fin del hombre es el cielo. Nuestra razón humana puede llevarnos a comprender la existencia de un Ser Supremo y el orden de las cosas, pero solo mediante la Revelación se dejar ver las verdades más profundas sobre nuestra existencia y nuestro fin último.

En Cristo Luis Roman

Santa Maria ora pro nobis