Santo Tomás nos propone reflexionar sobre un escenario muy intrigante. Santo Tomás de Aquino dice que si durante el tiempo de la pasión se hubiese celebrado la Santa Misa cuando la sangre de Cristo acababa de ser derramada de su cuerpo y el cuerpo de Cristo estaba muerto; dice el Santo que hubiera estado bajo la apariencia del pan, sólo el cuerpo de Cristo, sin la sangre y bajo la apariencia de vino, habría sido sólo la sangre de Cristo.
Este es el caso si los apóstoles después del Viernes Santo o primer Sábado Santo hubiesen celebrado la Eucaristía (La Misa). Imaginemos a San Pedro tomando el pan y diciendo “este es mi cuerpo”. Por su ordenación sacerdotal, hubiese hecho presente en el altar el cuerpo de Cristo. Ahora, en ese Primer Viernes Santo y Sábado Santo, necesitamos preguntarnos cómo el Cuerpo de Cristo está asociado a su sangre, su alma y su divinidad. Su sangre y su cuerpo están separados. Entendemos que su cuerpo no está completamente drenado sin sangre, pero no hay conexión orgánica o conexión viva entre la sangre y su cuerpo, ni hay conexión entre su cuerpo y su alma. El cuerpo humano de Jesús esta muerto. La muerte es la separación del cuerpo y el alma. Sin embargo, la unión hipostática existe porque, de lo contrario, la resurrección sería una segunda encarnación. El cuerpo sigue hipostáticamente unido a la divinidad.
Volviendo al ejemplo; cuando Pedro dice, “esto es mi cuerpo” con el pan en la mano, por el poder de los sacramentos se hubiese hecho presente el cuerpo de Cristo por la concomitante naturaleza. Cristo hubiese estado presente, bajo la hostia, pero no la sangre ni el alma en ella. Asimismo, bajo el vino, “esta es mi sangre”, la sangre se hubiese hecho presente por el poder del sacramento hipostáticamente unido a la sangre sería la Divinidad para que se hiciera presente, pero el cuerpo no se haría presente, ni tampoco el alma.
Santo Tomás quiere que reflexionemos sobre las implicaciones de esta realidad de los llamados concomitantes naturales. En el altar por la doble consagración está por un lado el cuerpo y por otro lado la sangre. En cada Misa existe una separación sacramental del cuerpo y la sangre. Bajo cada uno por concomitancia natural están todos los elementos de Cristo, pero por el poder del sacramento mismo, los cuerpos pueden presentarse separadamente de la sangre que se hace presente. Y este parece ser el mejor lugar para ubicar el Sacrificio de la Misa cuando hablamos de los asuntos del sacrificio. Este es el momento de la inmolación. Así como hubo una inmolación en el Calvario. Esto puede ayudar a explicar por qué Jesús decidió consagrar el cuerpo y la sangre por separado. Por la fuerza del sacramento, el cuerpo y la sangre se separan sacramentalmente y eso es una especie de inmolación.
En conclusión, Cristo está completamente presente en el pan y el vino siempre, incluso en ese primer Viernes Santo y Sábado Santo debido a la unión hipostática (una sola persona divina).
En Cristo Luis Roman
Sancta Maria Ora pro Nobis
Recurso: Comentario Por Santo Tomas De Aquino de la Primera Epistola a Los Corintios Capitulo 11, 17-26