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Malas Biblias en español

  • Biblia Latinoamérica, Latinoamericana o Biblia pastoral: Es una traducción marxista con comentarios a favor de la Teología de la liberación. Es totalmente desaconsejable.
  • Biblia de América: Es un esfuerzo fallido por contrarrestar a la Biblia Latinoamérica. Es modernista. Es desaconsejable.
  • Biblia del Pueblo de Dios: Es una edición argentina muy popular pero con una traducción pésima y tendenciosa. Es desaconsejable.
  • Biblia versión Popular “Dios Habla Hoy”: De origen protestante y sin notas católicas. Es totalmente desaconsejable.
  • Biblia en Lenguaje actual: Es igualmente una traducción protestante. Es totalmente desaconsejable.
  • Biblia católica para jóvenes: El texto está tomado de la Biblia de América. Las reflexiones no tienen una doctrina clara, y además son ecuménicas y ambiguas. Es desaconsejable.
  • Biblia católica para la Familia: Texto Biblia del Pueblo de Dios. Reflexiones e introducciones contrarias a la Tradición cristiana y a la interpretación clásica de las Escrituras. Es desaconsejable.
  • Nueva Biblia de Jerusalén: Texto totalmente diferente al de la antigua edición. Cuestiona los dogmas y la historicidad del texto sagrado. Es desaconsejable.
  • Biblia del Nuevo Milenio Ecuménica: Pone en duda la historicidad de la Biblia y sus notas son cuestionables y ambiguas. Totalmente desaconsejable.
  • Biblia Ecuménica: En colaboración con protestantes. No tiene notas dogmáticas, la traducción y los comentarios están hechos en base a compromisos doctrinales con los protestantes, por lo que es totalmente desaconsejable.
  • La Biblia. Palabra de Dios” es la traducción de la Biblia de Editorial Paulinas. Es una Biblia ecuménica, ya que es el fruto del esfuerzo conjunto de Paulinas y Sociedades Bíblicas Unidas. Es totalmente desaconsejable.
  • Biblia del Peregrino (también llamada Nueva Biblia Española) y su edición más actual de índole pastoral, Biblia de Nuestro Pueblo del Padre Luis Alonso Schökel) : con bastantes fallos de traducción. Es una Biblia tendenciosa y modernista. Se hace amena su lectura por usar un lenguaje corriente y sencillo, pero no es fiel a la traducción original.
  • Sagrada Biblia (Traducción de la Conferencia Episcopal Española): Es la Biblia que se lee en las Misas del Novus Ordo; aunque desde el punto de vista escriturístico no es muy fiel al original, su lectura se hace fácil pues es la que estamos acostumbrados a oír en la Misa. Tiene bastante influencia modernista. No es una Biblia de estudio por su falta de fidelidad al original.
  • La Biblia Traducción Interconfesional: Como ya dice el propio nombre del libro, no es de fiar, pues lo que busca es limar las aristas en las traducciones donde católicos y no católicos diferimos.
  • Biblia de Reina Valera (RVR60): Es de origen protestante. No recomendable.
  • Santa Biblia de la Editorial San Pablo: Revisada y actualizada según las pautas del Vaticano II por un equipo de especialistas profesores de las Universidades de Comillas, Salamanca y de la Escuela Bíblica de Madrid. Marcada interpretación modernista. Desaconsejable.
  • NOTA: Si la Biblia sobre la que usted solicita información no se encuentra en esta lista, lo mejor es ir a las Biblias que sí se sabe que son buenas.

Buenas Biblias en español

  • “Sagrada Biblia” de Nacar-Colunga ediciones desde el 1944 hasta 1957. Las posteriores a 1960 ya tienen comentarios modernistas.
  • “La Sagrada Biblia” de Bover – Cantera – Edición del 1947: muy buena
  • “Sagrada Biblia” de Cantera- Iglesias – Edición del 1975: muy buena la traducción del original. Buena para estudiar la Biblia seriamente.
  • “Biblia de Jerusalén”: la del 1973 es bastante fiel, aunque es inferior a la traducción original en francés. A partir del 1998 el texto y las notas tienen tintes modernistas. Las introducciones de los libros y las notas tienden a negar la historicidad de los Evangelios y reducirlo todo a folclore y leyenda.
  • “Biblia de Navarra”: muy buena en su conjunto. Tanto el texto como las introducciones y las notas.
  • «Biblia Platense o Comentada de J. Straubinger»: Es una buena traducción de la Sagrada Escritura, aunque realizada en la primera mitad del siglo XX (acabó de traducirla en 1951). La traducción muestra la influencia de la Vulgata, a la que el autor expresamente dice seguir para los textos del Antiguo Testamento que no se encuentran en hebreo. Para los demás textos del Antiguo Testamento sigue la recensión del texto masorético. El autor dice también que tuvo en cuenta las traducciones de Nácar y Colunga y de Bover y Cantera. Tiene la lógica ausencia de las correcciones y mejoras que se introdujeron con la edición de la Neo—Vulgata (1979). Con todo es un texto realizado con minuciosidad, con buena crítica textual y una exégesis muy sólida. El estilo es correcto.

Parte de la información que aquí aparece está tomada de juanstraubinger.blogspot.com.ar

Criterios básicos para determinar la calidad de una traducción de la Biblia:

  1. Intentar que sea lo más fiel posible a los originales hebreo, arameo y griego. Ante la dificultad que supone el desconocimiento de esas lenguas, acudir a alguna traducción que haya intentado esa fidelidad, aún a costa del estilo castellano elegante. Es el caso de la traducción de Cantera e Iglesias.
  2. Contrastar la traducción con la traducción oficial de la Iglesia Católica: Nova Vulgata
  3. Comprobar que tiene el nihil obstat y el imprimatur de la autoridad eclesiástica correspondiente. Últimamente se encuentran muchas traducciones sin las mismas.
  4. Evitar las traducciones ecuménicas, incluso cuando colaboran partes católicas.
  5. Rechazar las traducciones protestantes. Algunas buenas ediciones, sobre todo críticas, deben ser reservadas para especialistas.
  6. Comprobar pasajes claves, que pueden ser fácilmente manipulados para «acercar’’ los textos a teologías rechazables como la protestante, las de la liberación (sobre todo en Sudamérica) o las de tipo Neo–Modernista:
    1. Los pasajes marianos.
    2. Los pasajes vinculados a los sacramentos.
    3. Los pasajes referentes al Primado de San Pedro.
    4. Textos sobre la justificación por la fe y las obras.
    5. El prólogo del Evangelio de San Juan.
    6. Los textos de la Resurrección del Señor.
    7. Textos re–interpretables en clave revolucionaria.
  7. Evitar las traducciones que buscan un lenguaje tan cercano al de la calle que resultan chabacanas y falsas.

Recomendación:

Ante la dificultad de encontrar una buena traducción, es aconsejable que se tengan a la vista varias buenas traducciones, para contrastar los versículos o pasajes que puedan ser dudosos. En particular, convendría tener a la vista, en un estudio sereno de la Biblia:

  1. La Nova Vulgata.
  2. La Traducción de Cantera e Iglesias.
  3. La Biblia de Navarra.
  4. Es conveniente alguna traducción más antigua, como las de Bover—Cantera;  Nacar–Colunga (ed. Anterior a 1965); la de Straubinger. Sobre todo por las notas de tipo dogmático.

Articulo Tomando de Adelante La Fe: https://adelantelafe.com/biblias-en-espanol-buenas-y-malas/

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El Arzobispo de Buenos Aires, Mons. Jorge García Cuerva, ha celebrado en la Catedral metropolitana una misa con motivo del inicio del ciclo lectivo 2024. Leo en “La Prensa” que pidió “a los jóvenes que están desilusionados que no se vayan del país y hagan todo lo posible para construir la Argentina que desean”. Noto una desubicación pastoral del arzobispo; hablaba a chicos del Secundario, que no están, en general, desilusionados y no piensan por ahora en irse del país. “Les pido a todos que soñemos con una Argentina mejor”. Citó conceptos del Papa Francisco, según los cuales “hay que hacer lío y vivir con entusiasmo”. Pero el tema central era la invitación a soñar: “No dejen de soñar”.

¿Cuáles deben ser las fantasías del sueño? Porque soñar significa propiamente representarse en la fantasía imágenes o sucesos mientras estamos dormidos. ¿Se puede soñar despierto? El verbo se emplea en sentido figurado para significar –como se lee en el Diccionario de la Real Academia Española (RAE)-: “discurrir fantásticamente, y dar por cierto y seguro lo que no lo es”, y por extensión “anhelar persistentemente una cosa”, “tener ansia o deseo vehemente de conseguir algo”. Supongo que éste es el sentido en que lo usa el arzobispo. El sueño es un proyecto, o deseo, o esperanza con probabilidad de realizarse, y los niños y adolescentes son potenciales soñadores. En la homilía de Mons. García Cuerva los objetos del sueño propuesto son: ser felices, elegir la profesión o el trabajo que quieran, y más allá de lo estrictamente personal, una Argentina mejor. El problema está en la irrealidad de los sueños, en su dudosa posibilidad. La esperanza no es un sueño, sino un futuro posible que se torna presente en el esperar.

Las palabras se gastan con el uso; pensemos, por ejemplo, en la palabra amor, de la cual se abusa hasta que pierde su exacta propiedad, como nos advirtiera sabiamente el recordado Benedicto XVI, en su encíclica Deus Caritas est. Julio Cortázar, el gran escritor, autor de Rayuela, en un discurso pronunciado en París, en marzo de 1981, advertía sobre el progresivo desgaste de los vocablos: “Si algo sabemos los escritores es que las palabras pueden llegar a cansarse y a enfermarse, como se cansan y se enferman los hombres o los caballos. Hay palabras que, a fuerza de ser repetidas, y muchas veces mal empleadas, terminan por agotarse, por perder poco a poco su vitalidad. En vez de brotar de las bocas o de la escritura como lo que fueron alguna vez, flechas de la comunicación, pájaros del pensamiento y de la sensibilidad, las vemos o las oímos caer como piedras opacas, empezamos a no recibir de lleno su mensaje, o a percibir solamente una faceta de su contenido, a sentirlas como monedas gastadas, a perderlas cada vez más como signos vivos y a servirnos de ellas como pañuelos de bolsillo, como zapatos usados”. Y concluye Cortázar: “Hablamos porque somos, pero somos porque hablamos”. De allí, la palabra justa, el lenguaje y los dichos que corresponden a la situación.

Me he extendido quizá excesivamente en este punto porque considero que en él se expresa la nadería de la predicación arzobispal. Tenía ante sí una cantidad enorme de chicos, y ante ellos debió hablarles de Jesús; era la oportunidad justa para “evangelizarles” a Jesucristo, como diría San Pablo; para entusiasmarlos con su seguimiento e imitación. Asimismo, pudo mostrarles la posibilidad cierta de una vida integralmente cristiana, y advertirles de los peligros actuales que se constituyen en verdaderas tentaciones, como quedar enredados en las redes, o andar siempre con el telefonito en las manos, en el cual se hace posible ver lo que no se debe. Pudo mostrarles la oración como fuente de alegría espiritual, y cuidar la relación con los demás, para cultivarlas como sincera amistad, en un intercambio que permite crecer como personas.

No se trata, por tanto, de soñar, sino de ser. Como asegura el dicho popular, soñar no cuesta nada. En cambio, ser una persona buena y cristiana cuesta aplicación y constancias en la fe. Estos temas pueden ser abordados con sencillez y en un lenguaje adaptado a la comprensión de los chicos. Como una buena catequesis, hace resonar el kérigma, el anuncio de Cristo.

Antes de concluir este artículo, llegó hasta mí el saludo pascual de Mons. García Cuerva, publicado en el canal de la Conferencia Episcopal Argentina. En él, el arzobispo primado no menciona ni una sola vez a Jesucristo. ¿Éste es el sueño?

+ Héctor Aguer

Arzobispo Emérito de La Plata.

Buenos Aires, miércoles 3 de abril de 2024.

Octava de Pascua. –