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Para muchos, la Iglesia volvió a comenzar después del Concilio Vaticano II, o peor aún creen que nació una nueva Iglesia. Ésta no es la forma católica y correcta de interpretar el concilio.

Debo de mencionar, que sí es verdad, que muchos de los cambios que la Iglesia emprendió, comenzaron justo después del concilio. Algunos de estos cambios han dado de buen fruto, pero otros han llevado a la confusión, secularismo y los abusos litúrgicos en la Santa Misa.

No debemos nunca de olvidar, que la cabeza de la Iglesia es Cristo y que ella está guiada por el Espíritu Santo y la providencia del Señor, siempre ha obrado en las buenas y en las malas decisiones tomadas por los miembros del cuerpo de Cristo.

En este artículo lo que me gustaría explicar, es que la Iglesia fue, es y será una, en el tiempo y el espacio. No podemos pensar, que antes del concilio la Iglesia estuvo equivocada, porque la Iglesia es el cuerpo de Cristo y Cristo no enseñan errores. Tampoco podemos comenzar a decir, que esto ya no se practica, y que ya no hay que hacer aquello. Créanlo o no, pero hay miles de testimonio de personas que después del concilio, pensaban que ya no había que rezar el rosario, o hacer ayuno o practicar mortificación. Es casi como decir que Dios cambio de opinión; ya no existe el infierno y te puedes salvar sin la Iglesia.

Todas estas mala interpretaciones han surgido, porque no hemos interpretado los documentos del Concilio Vaticano Segundo, a la luz del Magisterio de la Iglesia.

El Concilio Vaticano II declaró solemnemente, en su Constitución sobre la Iglesia, que todas las enseñanzas del Concilio están en completa continuidad con las enseñanzas de los concilios anteriores. Además, no olvidemos que los cánones del Concilio de Trento y del Concilio Vaticano I son de fide, mientras que ninguno de los decretos del Concilio Vaticano II son de fide; el Concilio Vaticano II fue de naturaleza pastoral.

El Cardenal Felici afirmó con razón, que el Credo solemnemente, proclamado por el Papa Pablo VI (Junio 30, 1968,) al final del Año de la Fe, es desde un punto de vista dogmático y mucho más importante que todo el Concilio Vaticano II. Por lo tanto, aquellos que quieran interpretar ciertos pasajes en los documentos del Vaticano II, como si contradijeran implícitamente las definiciones del Vaticano I o del Concilio de Trento, deberían darse cuenta de que incluso si sus interpretaciones son correctas, los cánones de los concilios anteriores invalidarían, estos supuestamente contradictorios pasajes del Vaticano II, porque los primeros son de fide, el último no. (Debe destacarse que cualquier “conflicto” de este tipo sería, por supuesto, aparente y no real).

Fragmento del libro de Dietrich von Hildebrand. The Charitable Anathema.

En conclusion:

  • las afirmaciones singulares, deben ser consideradas en unidad con la enseñanza global del Concilio; (no podemos tomar una sola frase y sacarla de contexto).
  • las enseñanzas del Concilio, deben ser leídas a la luz de la Tradición completa y del Magisterio constante de la Iglesia,
  • y las afirmaciones individuales, siempre deben ser comprendidas en vínculo interior con la integridad y globalidad de la doctrina de la fe católica, en el presupuesto que las enseñanzas del Concilio Vaticano II. Así como las de cualquier otro concilio, no lo son todo, sino la parte de un todo, es decir, de la totalidad indivisible de la fe católica.

Estos puntos también aplican a las encíclicas y documentos de los papas.

Recientemente han surgidos muchas dudas por la encíclica Amoris Laetitia del papa Francisco, debido al lenguaje ambiguo del documento. Los cardenales Muller, Burke, Sarah y otros nos han recordado esto; que todo documento de la Iglesia debe de ser leído a luz del magisterio milenario de la Iglesia. Cualquier pasaje que contenga un mensaje ambiguo, debe de pasar por el lente del magisterio de la Iglesia, para así, poder ser interpretado correctamente y en continuidad con las enseñanzas de la Iglesia universal de Cristo.

En Cristo; Luis Roman

¡Santa Maria Ora Pro Nobis

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Muchos católicos desconocen la existencia de las Iglesias Católicas Orientales o tienen dudas sobre si obedecen al Papa o algún Patriarca, no sabiendo que hay Patriarcas en comunión con Roma, como el Maronita y el Caldeo. Es sorpresa para ellos el descubrir que hay sacerdotes casados en esas Iglesias, con la aprobación del Papa y que estas Iglesias son muy autónomas en su gobierno. Sus celebraciones
litúrgicas son muy distintas al rito latino; tienen otro calendario litúrgico con sus propios santos, fiestas y ayunos especiales. La sorpresa se debe a que la mayoría de los católicos pertenecen a la Iglesia Latina, pero hay otras Iglesias Católicas que celebran de forma distintas, con raíces apostólicas y aun reconociendo al Papa como cabeza de la Iglesia. La Iglesia es una sola y es católica pero esta otras iglesias son parte también de la riqueza y comunión de la única Iglesia universal.

La importancia de estas Iglesias es enorme, no solo por las valiosas tradiciones que conservan, que se remontan al tiempo de los Padres y apóstoles, sino también porque pueden ayudar a los católicos a comprender lo que son las Iglesias Ortodoxas. Algunas de ellas, como la Maronita y la Italo-Albanesa, nunca rompieron con Roma, otras, como los Malabares, reconocieron a Roma tan pronto como se dio la oportunidad. La mayoría se separó de las Iglesias Ortodoxas después del Concilio de Trento en el siglo XVI para estar en comunión con la Iglesia Universal.

A pesar de su importancia, el conjunto de estas Iglesias forma una pequeña minoría en comparación con la Iglesia Católica Latina y como todas las minorías, ha llevado siglos para que sus derechos sean plenamente respetados. La carta magna de sus derechos les fue dada por León XIII en Orientalium Dignitas en 1894. Pero, como lo dijo un Patriarca Católico Oriental, el Melkita Maximus IV Sayegh, en tiempo del Vaticano II, tomará aún otros cien años antes que los católicos tomen plena conciencia de la
existencia de estas Iglesias.

Benedicto XVI buscó acortar estos cien años. Un instrumento importante pero bastante desconocido para ayudar y apoyar el derecho de estas Iglesias a conservar su patrimonio manteniéndose abiertas a los desafíos ecuménicos de nuestro tiempo es el Pontificio Instituto de Estudios Orientales en Roma, en la Plaza de Santa Maria la Mayor.

Hay 4 grupos de Iglesias Orientales:

 

(A) Dos que no vienen de una Iglesia Ortodoxa:

  1. La Iglesia Maronita y
  2. La Iglesia Italo-Albanesa.

(B) Dos Iglesias derivan de otra que por su gran antigüedad se conocía simplemente como “la Iglesia del Este”, hoy la “Iglesia Asiria del Este”:

3.La Iglesia Católica Caldea y

  1. la Iglesia Siro-Malabar.

(C) Cinco Iglesias derivan de Iglesias Ortodoxas Orientales, así llamadas pues rompieron con las Iglesias Ortodoxas del Este en comunión con Constantinopla para estar en comunión con Roma:

  1. La Iglesia Católica Armenia;
  2. la Católica Copta;
  3. la Católica Etíope;
  4. la Católica Siria y
  5. la Católica Siro-Malankara.

(D) Trece derivan de la Iglesia Ortodoxa Bizantina:

  1. la Iglesia Católica Melkita;
  2. la Católica Ukraniana;
  3. la Católica Rutena;
  4. la Católica Rumana;
  5. la Católica Griega;
  6. Católicos Bizantinos de la ex Yugoslavia;
  7. la Católica Búlgara;
  8. la Católica Eslovaca;
  9. la Católica Húngara;

y Comunidades Católicas Orientales sin Jerarquía propia:

  1. Rusos;
  2. Bielorrusos;
  3. Georgianos;
  4. Albanianos.

Esta lista fue tomada del P. Ronald Roberson, CSP, Las Iglesias Cristianas de Oriente, Roma 2008, Instituto Pontificio de Estudios Orientales. Información anterior por  P. Edward G. Farrugia, S.J.
Decano y profesor en el Instituto Pontificio de Estudios Orientales.

Oremos para que al igual que estas 22 Iglesias pueden profesar la Fe Católica en unidad, armonía y en comunión con el Papa que así las otras Iglesia Ortodoxas se unan a la única Iglesia Católica fundada por Cristo para que así volvamos a ser un solo rebaño, una sola Iglesia y un solo pastor Jesucristo.

También oremos por la Iglesia Latina porqué el hecho de que sea la más grande en el cuerpo católico le da la responsabilidad de salvaguardar y defender la fe para muchas almas. En los últimos 60 años han habido muchos cambios que no han sido fruto de la continuidad de la tradición de la Iglesia. Algunas tradiciones ya no se llevan cabo y pareciera que la Iglesia Latina es completamente diferente a las otras cuando en realidad no es así porque todas profesan la misma fe cristiana. Oremos por esto para que entendamos que se trata de crecer en la continuidad de los enseñado por los que ya pasaron el camino hasta llegar hasta el propio Señor Jesucristo en el año 33. Su mensaje nunca pasará y siempre será actual e importante.

En Cristo, Luis Roman

¡Santa Maria Ora Pro Nobis!

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