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¿Murió o no murió la Santísima Virgen Maria?

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Primero debemos distinguir y ver la diferencia entre la muerte y la corrupción del cuerpo.

La muerte es la separación del cuerpo y del alma.

La corrupción del cuerpo describe el cuerpo que se convierte en polvo.

Jesucristo murió, pero no conoció la corrupción. Salmo 15,10: “No permitirás que tu Santo vea la corrupción”.

¿Murió la Virgen? La respuesta es afirmativa (sí)
Este tiene el respaldo de la tradición latina como griega e incluso con autores ortodoxos como San Agustín, San Juan Damasceno, San Andrés de Creta, San Juan de Tesalónica, Nicolás Cabasilas. Muchos podrán mencionar a San Epifanio, pero hay que tener en cuenta que el nunca negó la muerte de la Santísima Virgen, sino que solamente afirma que sobre esto nada dice la Escritura. Lo cual es completamente cierto.

En el Misal Romano se decía en la Misa de la Asunción: “ya que la Madre de Dios salió de este mundo conforme a la condición de la carne mortal”. En el nuevo Misal no se menciona la muerte sino sólo la liberación de la corrupción del cuerpo.
No debemos confundirnos con la palabra o término “dormición”, que se usa en la Iglesia griega. La Dormición significa la muerte de la Virgen María.

Razones teológicas:
Es conveniente que María, para conformarse con su Hijo, padeciera la muerte, y así por la muerte pasara a la gloria, a fin de que no pareciera de mejor condición la Madre que el Hijo.

La verdad de la Encarnación se confirma más por la muerte de María; pues si convenía que Cristo muriera para confirmar la fe de la Encarnación, y así no se dudara de que era hombre verdadero, igualmente convenía que muriera su madre, para que no se pensara que había nacido de mujer inmortal.

¿Cuáles fueron las causas de la muerte de nuestra madre? La Virgen no agonizó ni por martirio ni por muerte violenta; tampoco de enfermedad o vejez. Los teólogos afirman que la Virgen murió a causa del amor de Dios y del apasionado deseo y contemplación intensísima de las cosas celestiales. Así lo afirmaron San Jerónimo, el abad Guerrico, San Alberto Magno, Dionisio el Cartujano, Santo Tomás de Villanueva, Bossuet, etc.

La Virgen María no estuvo sujeta a la corrupción del cuerpo. Esto es tradición unánime de la Iglesia.  San Andrés de Creta dice: “Como no se corrompió el útero de la que dio a luz, así ni la carne de la que murió… El parto eludió la corrupción, y el sepulcro no admitió la extrema corrupción de la muerte”

Santo Tomás de Villanueva: “No es justo que sufra corrupción aquel cuerpo que no estuvo sujeto a ninguna concupiscencia”.

¡Santa Maria Ora Pro Nobis!

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