La conciencia no se deforma de un día para otro, generalmente es fruto de malos hábitos:
Nosotros podemos deformar nuestra conciencia poco a poco y sin darnos cuenta, si aceptamos voluntariamente pequeñas faltas o errores en nuestros deberes de todos los días. Debo de mencionar que la famosa “voz de la conciencia” puede ser una herramienta utilizada por Dios para hablarnos, para advertirnos de algún peligro o para llamarnos la atención cuando estamos siendo tentados a caer en el pecado. Esto es así siempre que estamos en estado de Gracia y nos hemos alimentado de la oración y de la palabra de Dios. Si no estamos en Gracias y no conocemos al Señor es mejor NO dejarnos llevar por “la voz de la conciencia” porque nuestra conciencia no ha sido formada o educada.
Por ejemplo; si comenzamos haciendo las cosas “un poco mal”, llega un momento en el que nuestra conciencia no hace caso de esas faltas y ya no nos avisa que tenemos que hacer las cosas bien. Se convierte en una conciencia indelicada, que va cayendo de forma fácil del supuesto “no es tan malo” hacia el “muy mal”.
También deformamos nuestra conciencia a base de repetirle principios falsos como por ejemplo cuando decimos: “No hay que exagerar”. Se convierte así en una conciencia adormecida, insensible e incapaz de darnos señales de alerta. Esto se da, principalmente, por la pereza o la superficialidad.
Nuestra conciencia puede estar domesticada si le ponemos ataduras, con justificaciones o excusas cada vez que nos quiere llamar la atención. Como por ejemplo “Lo hice con buena intención”, “Se lo merecía”, “Es que estaba muy cansado”, “es que él me dijo”. Esta es una conciencia que se acomoda a nuestro modo de vivir, se conforma con cumplir con el mínimo indispensable.
También podemos desarrollar una conciencia falsa, es decir, que nos dé señales erróneas porque no conoce la verdad. Esto puede ser por nuestra culpa o por culpa del ambiente en el que vivimos. En este caso los juicios se hacen sin bases, ni prudencia. Puede ser por ignorancia o por no tomarnos el tiempo de orientarnos o estudiar y conocer la Verdad de Dios.
¿Qué nos dice el Catecismo de La Iglesia Católica?
1783 Hay que formar la conciencia, y esclarecer el juicio moral. Una conciencia bien formada es recta y veraz. Formula sus juicios según la razón, conforme al bien verdadero querido por la sabiduría del Creador. La educación de la conciencia es indispensable a seres humanos sometidos a influencias negativas y tentadas por el pecado a preferir su propio juicio y a rechazar las enseñanzas autorizadas.
1784 La educación de la conciencia es una tarea de toda la vida. Desde los primeros años despierta al niño al conocimiento y la práctica de la ley interior reconocida por la conciencia moral. Una educación prudente enseña la virtud; preserva o sana del miedo, del egoísmo y del orgullo, de los insanos sentimientos de culpabilidad y de los movimientos de complacencia, nacidos de la debilidad y de las faltas humanas. La educación de la conciencia garantiza la libertad y engendra la paz del corazón.
1785 En la formación de la conciencia, la Palabra de Dios es la luz de nuestro caminar; es preciso que la asimilemos en la fe y la oración, y la pongamos en práctica. Es preciso también que examinemos nuestra conciencia atendiendo a la cruz del Señor. Estamos asistidos por los dones del Espíritu Santo, ayudados por el testimonio o los consejos de otros y guiados por la enseñanza autorizada de la Iglesia (cf DH 14).
En Cristo, Luis Roman
Santa Maria ora pro nobis