NO ES INSPIRACIÓN DIVINA
Muy por el contrario de lo que piensan muchas personas, la infalibilidad no significa que el Papa esté divinamente inspirado. Los Apóstoles y los Evangelistas recibieron este don, y sus escritos son aceptados como palabra inspirada por Dios. Más la Iglesia no afirma que el Papa esté inspirado, o que reciba alguna revelación divina, estrictamente hablando. Así, el Concilio Vaticano I (el mismo que proclamó este dogma) declara:
“Porque el Espíritu Santo no les fue prometido a los sucesores de Pedro, a fin de que ellos propaguen una nueva doctrina revelada, sino que, bajo la asistencia del Divino Espíritu, puedan preservar incólume, y explicar con toda fidelidad la revelación o depósito de la fe, trasmitido por los apóstoles”.
Concilio Vaticano I
Por tanto
el Papa no puede (ni mediante declaración dogmática ni ninguna otra) poner,
quitar o modificar doctrinas de fe. Su misión es sólo preservarla y
transmitirla tal como nos llegó desde los apóstoles y mantenerla libre de
error.
NO ES IMPECABILIDAD
Es muy
deseable que el papa, como cabeza más visible de la Iglesia, sea hombre de
grandes virtudes y refleje en su vida los valores cristianos. Pero no es esa su
función, su función es la de ser guardián de la fe, y si él como persona es un
santo o un escandaloso pecador, eso tendrá consecuencias terribles para las
relaciones públicas de la Iglesia, pero no para su integridad. Aún así, como es
de esperar, la mayoría de los papas han sido poseedores de grandes virtudes:
De los 30 primeros papas, 29 murieron mártires por defender su fe (verdad es
que los historiadores modernos ponen en duda algunos casos, pero ello seguiría
dejando un porcentaje abrumador). De los 260 papas que ha habido, 69 han pasado
a considerarse santos por sus grandes virtudes cristianas. Sólo 6 de ellos han
sido de vida depravada (6 de 260!). Pero incluso algunos consideran que esos 6,
o aunque fuese uno solo, son suficientes para no creer que los papas sean
elegidos por inspiración del Espíritu Santo. A los que piensan así (católicos y
no católicos) habría que recordarles que el mismo Jesús eligió directamente a
sus 12 representantes y de ellos 1 fue Judas, que le traicionó (1 de 12). Con
un poco de sana broma podríamos añadir que la Iglesia ha mejorado la proporción
con mucho (pero mejor no lo decimos porque si alguien no capta la ironía del
comentario podría considerarlo blasfemo). Y aún así, esas 6 ovejas negras del
papado son un gran punto a nuestro favor, pues aunque hicieron mucho daño a la
Iglesia en muchísimos aspectos, el Espíritu Santo, que les había elegido por
alguna razón, hizo que a nivel doctrinal mantuvieran limpia y clara la fe de la
Iglesia. Ni uno sólo de ellos causó el menor daño a la doctrina, incluso
algunos lucharon eficazmente por limpiarla de algunas nuevas herejías. Esto
prueba que el Espíritu se asegura de que el papa, en su misión de guardián de
la doctrina, mantenga su infalibilidad, pero a nivel humano, cada Papa tiene
que luchar con sus propias tentaciones igual que los demás, no posee a ese
nivel ningún privilegio que le haga las cosas más fáciles.
Y yendo mucho más atrás y atacando al mismo primer papa, Pedro, los hay que
dicen que Pedro dio muestras de muy poca infalibilidad doctrinal cuando fue
capaz de negar a Cristo tres veces. Ante esto podemos decir por un lado que lo
que hizo Pedro en las negaciones no fue una declaración doctrinal, sino mentir
por miedo a que le mataran (con lo que sería un asunto de impecabilidad, no de
infalibilidad), y si esto no basta, hay que recordar que Pedro fue “nombrado
papa” más tarde, cuando Jesús ya había resucitado, por tanto en esos
momentos todavía no era Papa ni había recibido del Espíritu Santo en
Pentecostés la prometida infalibilidad.
Los protestantes a menudo mencionan también el famoso conflicto entre Pedro y
Pablo mencionado por Pablo en su carta a los gálatas, conflicto que
probablemente fue posterior al mencionado Concilio de Jerusalén. El concilio
había decidido que los cristianos no necesitaban sujetarse a la Ley de Moisés.
Pedro fue a Antioquía, donde estaba Pablo, y allí comía con los cristianos de
origen pagano (algo considerado impuro por los judíos). Pero llegaron de
Jerusalén unos cristianos judaizantes que no veían eso con buenos ojos, y por
alguna razón (por evitar censuras o evitar conflictos) Pedro dejó de comer con
los de origen pagano y muchos cristianos de origen judío le imitaron. Pablo,
justamente, reprende a Pedro en público por su conducta acomodaticia. Pero esto
no es una prueba de que Pedro cae en el error doctrinal, simplemente es un
ejemplo de los defectos de todos los seres humanos, incluido el papa, incluido
San Pedro (solo Jesús estuvo libre de defectos). El hecho de que Pablo
reprendiera a Pedro públicamente tampoco significa un desprecio a su papel de
líder y menos aún es la prueba de que Pedro no era líder de nada. Si Pedro o un
Papa son hallados en una conducta reprensible, hasta el más
“insignificante” de los cristianos católicos tiene perfecto derecho a
levantar su voz y reprenderlo, pues con ello no se pone en cuestión su papel
vicario sino que simplemente se pone en evidencia su debilidad humana y su
falta de cohesión.
En el Concilio de Jerusalén Pedro mostró las cualidades que debe mostrar un
Papa (sobre todo en asuntos doctrinales). Pablo no se inventó una doctrina
nueva y le convenció de ella a Pedro, Pablo razonó y aclaró a Pedro que lo que
él proponía (que los gentiles no necesitaban sujetarse a la ley de Moisés) se
derivaba directamente del espíritu de la doctrina de Jesús, y razonó por qué.
Sólo después de escuchar a Pablo y a los demás, tomó Pedro la decisión, también
basándose en inferencias sobre las Escrituras, y tras su declaración, el asunto
quedó zanjado, no por imposición de Pedro, sino porque su decisión fue
reconocida correcta por todo el concilio (lo cual vemos por el discurso oficial
de Santiago, el que presidía). Ahí tenemos a un papa, no a un dictador ni a un
iluminado líder carismático.
Por: Christian | Fuente: apologia21.com- Catecismo Iglesia Católica (1992) Numeral 871 -887- Concilio Vaticano I