El título
de “su santidad”, independientemente de que nos guste ahora más o
menos, es simplemente un título honorífico, no indica que sea realmente santo,
de lo contrario todos los papas pasarían automáticamente a ser declarados
santos tras su muerte, y la mayoría no lo son. La santidad depositada en el
Papa se refiere más bien al cargo que representa como vicario de Cristo, no a
él como persona humana. Es la santidad del Espíritu Santo que protege su
función y la santidad de Jesús, al que representa, lo que reconocemos al
llamarle “su santidad”.
Pero tampoco tiene ningún fundamento quienes dicen que el Papa (además de ser
el anticristo) se cree, o intenta hacer creer, que es santo y perfecto. El Papa
reconoce tener las mismas debilidades a que están sujetos todos los demás
hombres. Todas las mañanas al principiar la Misa, dice humildemente al pie del
altar: “Yo pecador me confieso a Dios todopoderoso… que pequé gravemente
en pensamiento, palabra y obra”. Asimismo, al ofertorio de la Misa, ora: “Recibe
Padre santo, Dios omnipotente y eterno, esta Hostia inmaculada, que yo indigno
siervo tuyo, te ofrezco por mis innumerables pecados, ofensas y
omisiones”. Definitivamente, no parecen estas palabras de una institución,
el papado, que se considera libre de pecado.
Por: Christian | Fuente: apologia21.com
Catecismo
Iglesia Católica Numeral 871 -887