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La Iglesia celebra la fiesta de los santos en el día de su de su muerte. En el caso de San Juan Bautista, se hace una excepción y se celebra el día de su nacimiento porque él fue santificado en el vientre de su madre cuando la Virgen María, embarazada de Jesús, visitó a su prima Isabel, según el Evangelio.

Todos al momento del nacimiento de Juan luego llamado el Bautista estaban asustados y asombrados por los misteriosos eventos. La historia del nacimiento de Juan hace eco con el Antiguo Testamento. Dios se le apareció a Abraham prometiéndole que su esposa le daría un hijo; Anunció el nombre del hijo y el papel que jugaría Isaac en la historia de la salvación Génesis 17: 1, 16, 19.

Lo mismo le sucedió a Zacarías y a Elizabeth. Por medio de su ángel, Dios anunció el nacimiento de Juan a esta pareja justa pero estéril. Les hizo llamar al niño Juan, y les dijo la parte que Juan desempeñaría en el cumplimiento de su plan Lucas 1: 5-17.

San Pablo dice que Juan anunciaría el cumplimiento de todas las promesas de Dios a los hijos de Abraham (Lucas 1:55, 73). Es muy común asociar a Juan con su ardiente predicación Mateo 3: 7-12. Pero había una profunda humildad en el corazón de su misión. Pablo alude a eso cuando cita las palabras de Juan acerca de no ser digno de desatar las sandalias de los pies de Cristo. Juan dijo, “El (Cristo) debe crecer y yo debo disminuir “(Juan 3:30).

Debemos tener esa misma actitud cuando buscamos seguir a Jesús. El arrepentimiento que predicó Juan fue un alejamiento del pecado y del egoísmo y un cambio de nuestros corazones al Padre.

Debemos disminuir para que, como Juan, podamos fortalecernos en el Espíritu, hasta que Cristo se manifieste en cada uno de nosotros. Sigamos el ejemplo de la Santísima Virgen que se convirtió en la esclava del Señor para que así se hiciera la voluntad de Dios.

Les recomiendo que lean:

  • Ezequiel 49: 1-6
  • Salmo 139: 1-3, 13-15
  • Hechos 13: 22-26
  • Lucas 1: 57-66, 80

¡Santa Maria Ora Pro Nobis!

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San Juan según la Santa Tradición, es el último en escribir su Evangelio. Fue escrito alrededor del año 90 y hay que mencionar que ya en aquella época comenzaron algunas herejías sobre la Persona de Jesús. En su sexto capítulo, San Juan trata específicamente la verdad de la presencia real de Jesus en la Santísima Eucaristía, precaviendo de esta manera a la Iglesia contra los futuros desvíos de los herejes. San Juan es el único de los Evangelistas que no relata la ultima cena o la institución de la Santísima Eucaristía, pero lo que si el deja muy claro en su evangelio es que la Eucaristía fue una promesa de Cristo y que si no comemos de su cuerpo y bebemos de su sangre no tendremos vida eterna.

No es coincidencia que el Capítulo 6 del evangelio de Juan comienza con la narración de la multiplicación de los panes y los peces y como nuestro Señor se preocupa por darnos el alimento de cada día. También se puede observar como utiliza a los apóstoles y los recursos que se consiguieron del gentío (el muchacho con los 5 panes y 2 peces); que según San Juan eran unos cinco mil hombres. Con esta introducción Juan nos enseña como el Señor siempre nos proveerá el alimento o el pan de cada día. Luego Juan nos muestra en el mismo capítulo a Jesus caminando sobre las aguas que no estaban tranquilas, sino que formaban grandes olas porque había una tormenta. El evangelio nos muestra al único que puede controlar los elementos y nos revela que nuestro Señor es el dueño de las leyes físicas y de la naturaleza. El agua no tiene la composición para soportar el peso de un hombre y aunque se ve liquida nuestro Señor caminaba sobre ella como si fuera una superficie sólida. Muy parecido a lo que El realiza en cada Misa con el pan y vino; que no dejan de verse como son, pero dejan de ser para convertirse en algo completamente diferente. Luego en los siguientes versículos comienza la catequesis por parte de nuestro Salvador al decirles a los que lo seguían buscando más panes y peces; “Ustedes me buscan, no porque han visto a través de los signos, sino porque han comido pan hasta saciarse. Trabajen, no por el alimento de un día, sino por el alimento que permanece y da vida eterna. Este se lo dará el Hijo del hombre; él ha sido marcado con el sello del Padre. “Juan 6:26-27

Es muy interesante ver como la multitud comienzan a pedir una señal al Señor para así creer que Él les dará alimento como el maná que comieron sus antepasados. Jesus les dice “«En verdad les digo: “No fue Moisés quien les dio el pan del cielo. Es mi Padre el que les da el verdadero pan del cielo. El pan que Dios da es Aquel que baja del cielo y que da vida al mundo.» Ellos dijeron: «Señor, danos siempre de ese pan.» Jesús les dijo: «Yo soy el pan de vida. El que viene a mí nunca tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed. Sin embargo, como ya les dije, ustedes se niegan a creer aun después de haber visto. Juan 6: 32-36. ¿Cuántos de nosotros todavía pedimos o quisiéramos ver una señal para así creer en la Eucaristía?

“Yo soy el pan vivo que ha bajado del cielo. El que coma de este pan vivirá para siempre. El pan que yo daré es mi carne, y lo daré para la vida del mundo.» Los judíos discutían entre sí: «¿Cómo puede éste darnos a comer carne?» Jesús les dijo: «En verdad les digo que, si no comen la carne del Hijo del hombre y no beben su sangre, no tienen vida en ustedes. El que come mi carne y bebe mi sangre vive de vida eterna, y yo lo resucitaré el último día. Mi carne es verdadera comida y mi sangre es verdadera bebida. El que come mi carne y bebe mi sangre permanece en mí y yo en él. Como el Padre, que es vida, me envió y yo vivo por el Padre, así quien me come vivirá por mí. Este es el pan que ha bajado del cielo. Pero no como el de vuestros antepasados, que comieron y después murieron. El que coma este pan vivirá para siempre. Así habló Jesús en Cafarnaúm enseñando en la sinagoga. Al escucharlo, cierto número de discípulos de Jesús dijeron: «¡Este lenguaje es muy duro! ¿Quién querrá escucharlo?» Jesús se dio cuenta de que sus discípulos criticaban su discurso y les dijo: «¿Les desconcierta lo que he dicho? ¿Qué será, entonces, cuando vean al Hijo del hombre subir al lugar donde estaba antes? El espíritu es el que da vida, la carne no sirve para nada. Las palabras que les he dicho son espíritu, y son vida. Pero hay entre ustedes algunos que no creen.» Porque Jesús sabía desde el principio quiénes eran los que no creían y quién lo iba a entregar. Y agregó: «Como he dicho antes, nadie puede venir a mí si no se lo concede el Padre.» A partir de entonces muchos de sus discípulos se volvieron atrás y dejaron de seguirle. Jesús preguntó a los Doce: «¿Quieren marcharse también ustedes?» Juan:6: 51-67

Hoy Jesus nos hace la misma pregunta. Son miles los católicos que abandonan la Iglesia y se hacen miembro de alguna secta u otra denominación cristiana. ¿Acaso es muy fuerte este lenguaje para ti? Esta enseñanza del Señor nos pide que por fe creamos en sus palabras. Jesus no hubiese reaccionado de la manera en que lo hizo si hubiese estado hablando literalmente. Jesus tuvo la oportunidad cuando fue cuestionado de decir que hablaba metafóricamente o simbólicamente pero no lo hizo. Porque realmente Él es el alimento bajado del cielo. Por supuesto el medio por el cual Él se nos va dar como alimento es a través del pan y el vino, pero en realidad es su cuerpo y su sangre. En el relato de la ultima cena (Mateo 26:26-27; Marcos 14:22,24; Lucas 22:19-20) nuestro Señor afirma con claridad este es mi cuerpo…esta es mi sangre. Hagan esto por mí. La Santa Iglesia Católica siempre ha enseñado lo que los apóstoles también enseñaron; que la Eucaristía no es un símbolo, tampoco es que Jesus está escondido en las especias, sino que las especies dejan de ser pan y vino y se convierten en el cuerpo y sangre de Cristo.

Pedro le contestó: «Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Nosotros creemos y sabemos que tú eres el Santo de Dios.» Jesús les dijo: «¿No los elegí yo a ustedes, a los Doce? Y sin embargo uno de ustedes es un diablo.» Jesús se refería a Judas Iscariote, hijo de Simón, pues era uno de los Doce y lo iba a traicionar.” Juan 6:68-71

Nosotros hemos sido elegidos por nuestro Señor. Que ojalá, así como San Pedro podamos decir ¿Señor, ¿a quién iríamos? Tú tienes palabras de vida eterna. Y que como seguidores de El podamos seguir sus mandatos para que no lo traicionemos con nuestras acciones y que siempre creamos en la presencia real de nuestro Señor Jesucristo en la Eucaristía. Recuerda que no podemos recibir la Eucaristía indignamente (1 Corintios 11:26-30).

¡Santa Maria Ora Pro Nobis!

 

Recursos:

Biblia de Jerusalén (en línea)  https://www.bibliacatolica.com.br/en/la-biblia-de-jerusalen/juan/6/

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En el año 1214, Santo Domingo de Guzmán, fundador de los Dominicos (Orden de Predicadores) estaba angustiado porque fracasaba en su intento de convertir a los herejes cátaros albigenses. Santo Domingo atribuyó esto a la profundidad y gravedad del pecado de los herejes y al pobre ejemplo de los católicos. Se fue solo al bosque y en llanto oró continuamente durante tres días para apaciguar la ira del Dios Todopoderoso. Domingo azotó su cuerpo y como consecuencia del ayuno, el dolor y el agotamiento, cayó en coma.

Santo Domingo entonces experimentó una aparición de la Santísima Virgen María durante el coma, que lo unió con el Santo Rosario. La Inmaculada María con tres ángeles apareció y le preguntó a Santo Domingo: “Querido Domingo ¿sabes qué arma quiere usar la Santísima Trinidad para reformar el mundo?”. La respuesta de Domingo fue que la Santísima María lo sabía mejor que él porque ella es parte de nuestra salvación.

María respondió: “Quiero que sepas que, en esta clase de guerra, el arma siempre ha sido el Salterio Angélico (saludo Angelical), que es la piedra angular del Nuevo Testamento. Por lo tanto, si quieres alcanzar a estas almas endurecidas y conquistarlas para Dios, predica mi Salterio “.

Poco después de esta aparición, Santo Domingo predicó el Santo Rosario a los herejes albigense no convertidos. Sustituyendo así el Pater noster (150 Padre Nuestro) y después de haber seguido las instrucciones en la aparición pudo tomar forma el diseño del Rosario de Santo Domingo que hoy conocemos.  EL separó quince misterios del rosario, los agrupó en tres conjuntos de cinco décadas cada uno.

Las agrupaciones fueron designadas como Misterios Gozosos, Misterios Dolorosos y Misterios Gloriosos. Este diseño ayudó a los herejes albigenses a comprender mejor e imitar la vida virtuosa de nuestro Señor Jesucristo y la Inmaculada Virgen María.

El “Saludo Angelical” es la oración del “Ave María” y el Salterio son los 150 Salmos. Por lo tanto, ella quería 150 Avemarías, que es lo que es el Santo Rosario, 15 décadas de Avemaría con 15 misterios correspondientes para contemplar.

San Juan Pablo Segundo en la carta apostólica Rosarium Virginis Mariae publicada el 16 de octubre de 2002, introdujo una nueva serie de “misterios”, los Misterios Luminosos. Considero oportuna una incorporación que, si bien se deja a la libre consideración de los individuos y de la comunidad, les permita contemplar también los misterios de la vida pública de Cristo desde el Bautismo a la Pasión. En efecto, en estos misterios contemplamos aspectos importantes de la persona de Cristo como revelador definitivo de Dios. Él es quien, declarado Hijo predilecto del Padre en el Bautismo en el Jordán, anuncia la llegada del Reino, dando testimonio de él con sus obras y proclamando sus exigencias. Durante la vida pública es cuando el misterio de Cristo se manifiesta de manera especial como misterio de luz: «Mientras estoy en el mundo, soy luz del mundo» (Juan 9: 5)

La Santísima Virgen es la obra maestra de Dios y es la criatura más perfecta porque fue la escogida por la cual el Padre nos envió a su único hijo nuestro Señor Jesucristo. Hoy más que nunca Santa Maria continúa siendo el canal por el cual nos acercamos a nuestro único salvador y redentor Jesus. ¡Acércate al Santo Rosario! Este hermoso regalo por parte de la Virgen Maria te llevará a comprender los misterios de la vida de nuestro Salvador y a provocar un cambio en tu vida hacia la santidad.

¡Santo Domingo Ruega por nosotros!

¡Santa Maria Ora Pro Nobis!

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